Polo Gómez tenía 28 años cuando su vida cambió. Un problema en la piel lo hizo acudir al médico, quien lo diagnosticó con síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).

Hoy, a sus 56 años recuerda que a principios de los 90 el especialista que lo atendió no le dio ninguna esperanza: “Te quedan tres meses de vida, busca cómo y dónde te quieres morir, porque no hay salvación”

En realidad, el cuadro clínico que presentaba era sarcoma de Kaposi, un tipo de cáncer en la piel, provocado por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Sin embargo, en su momento la noticia de haber contraído sida lo destruyó. “Lloré mucho, pero después me dije: ‘Esto no me va a matar, lucharé con uñas y dientes’”, rememora.

Hace 28 años, cuando fue diagnosticado, no había datos ni fármacos para el VIH, causante del sida.

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En el marco del , el médico infectólogo Cristhian Reynaga menciona en entrevista que la esperanza de vida para alguien que era fatal en ese tiempo.

Existen diferencias entre estar infectado por el VIH y tener sida, señala el experto: “Primero, el virus se adquiere por contacto sexual y afecta al sistema inmunológico. Cuando las defensas son muy bajas, no hay capacidad para proteger al cuerpo ante enfermedades oportunistas. En ese momento se determina que es sida”.

Polo Gómez detalla que hace 30 años, “adquirir VIH era sinónimo de defunción, porque no existían los medicamentos de ahora. La esperanza de vida era de dos años”.

Pese al desalentador diagnóstico, comenzó a llevar tratamiento. Tiempo después, pasó de ser un caso diagnosticado de sida a ser una persona sólo con el virus.

Él es parte de las 178 mil 310 personas vivas en el país que tienen el virus de inmunodeficiencia humana o el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, desde 1983, de acuerdo con el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el Sida (Censida).

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Polo Gómez conoce estas cifras; por eso, se considera un sobreviviente y cambió de hábitos, mejoró su salud y estado emocional, este último rubro, con el gran apoyo de su familia.

El proceso no fue fácil, porque vivió rechazo y discriminación por su orientación sexual y por decidir ser una persona “visible”, alguien que no ocultan su condición médica.

“Tenemos que darle rostro al VIH. Lo que no se nombra no existe”, recalca.

Discriminación, un factor constante

María del Socorro García, sicóloga y directora de programas de la Casa de la Sal, dice que el trato diferente es uno de los problemas que desde que inició la enfermedad no se ha erradicado.

La Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017, elaborada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), detalla que de las agresiones de este tipo que sufrieron las personas que viven con VIH, 41% de estos actos fue en el trabajo; 31%, en el ámbito de la salud, y 64%, en trato digno.

Pese a los avances médicos para tratar el virus de la inmunodeficiencia humana, las cifras no bajan. Cuando Polo Gómez fue informado de su condición, en 1991, había 3 mil 873 personas diagnosticadas con sida o VIH, según registros del último informe del Censida; a 28 años, existen 5 mil 119 pacientes.

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Sin embargo, el médico infectólogo Cristhian Reynaga menciona que la esperanza de vida para personas con este padecimiento ha mejorado, pero faltan muchas cosas, ya que la presencia de VIH incrementa entre adolescentes, y el grupo más afectado es la población de entre 25 y 39 años.

En tanto, la sicóloga María del Socorro afirma: “El avance científico ha colocado en una mejor posición la perspectiva de vida, pero la población debe asumir de manera más responsable las decisiones en su vida sexual”.

Ahora, Polo Gómez tiene una relación sentimental. Desde que le informaron que tenía virus enfocó su atención en la ayuda a otras personas. Actualmente, es presidente de Condomóvil, una organización civil que desde hace 22 años realiza giras para promocionar la atención, prevención y detención temprana del padecimiento.

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