Priscilla, Estefany, Griselda, Angélica, Nereyda, Norma, Mónica, Daniela, Rubí, Rosario, Mara, Leyda, Brenda y María Fernanda son algunas de las mujeres que fueron en Nuevo León entre 2020 y 2021.

Sus nombres son una pequeña muestra de la violencia de género que existe en el estado norteño, un lugar en el que durante los últimos seis años desaparecieron aproximadamente dos mujeres cada semana y se registraron cinco feminicidios al mes, de acuerdo con un análisis de la Unidad de Periodismo de Investigación y Datos de EL UNIVERSAL, realizado con datos oficiales.

Aunque el delito de feminicidio se tipificó en esa entidad en 2013, fue hasta 2016 que la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (Conavim) lanzó la declaratoria de alerta de violencia de género contra las mujeres (AVGM) en cinco de sus municipios —Monterrey, Guadalupe, Apodaca, Cadereyta y Juárez—; a pesar de eso, las cifras están lejos de reflejar un mejor panorama para las neoleonesas.

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“En 2016 tuvimos la alerta de género, en 2017 creamos la fiscalía de personas desaparecidas, en 2018 llegó la Comisión Estatal de Búsqueda y en 2022 estamos otra vez con esta crisis. Eso no lo entendemos”, dice Irma Leticia Hidalgo Rea, madre de Roy Rivera Hidalgo, desaparecido el 11 de enero de 2011, y fundadora del colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (FUNDENL).

Desde que se lanzó la alerta de violencia de género y hasta 2021 se tiene el registro de 325 feminicidios, es decir, cada año asesinaron con extrema violencia a 54 mujeres, y esto es sin contar los casos que se quedan catalogados como homicidios. Es probable que este dato se quede corto en comparación con la realidad.

“Las cifras oficiales pueden ser un reporte no real de la situación... La corrupción y encubrimiento que caracterizan al sistema penal mexicano hace muy difícil que se puedan catalogar como feminicidios”, explica Cristina Reyes Ortiz, abogada senior de México Unido Contra la Delincuencia (MUCD).

En 2016, Nuevo León se encontraba en el lugar 23 en muertes violentas por razones de género. Su cifra estaba muy por debajo del promedio nacional, pero en 2017, cuando homologaron su Código Penal con la definición federal de feminicidio, la estadística ya no dio tregua y subió hasta el séptimo sitio con una tasa de dos feminicidios por cada 100 mil mujeres. Ese año, 43 casos entraron en esta categoría.

Las cifras tocaron su punto más alto en 2018. Cuando en México se tenía una tasa de un feminicidio por cada 100 mil mujeres, en Nuevo León llegaba a tres, lo que lo llevó a ser la cuarta entidad con más feminicidios en todo el país y lo puso por encima de las estadísticas nacionales. En los años subsecuentes, la entidad ha estado entre los cinco con más registros de este delito.

En 2020, la organización Impunidad Cero publicó un estudio acerca de los homicidios y feminicidios en México. El informe buscaba revelar los estados en donde realmente catalogaban los asesinatos de mujeres como feminicidios y aunque en Nuevo León 65% de estos crímenes sí se categorizaron de manera correcta, parece que la fiscalía heredó de la antigua procuraduría la mala recolección de pruebas.

“Porque no se están armando los casos como deberían... Lo han hecho muy bien para otros delitos, pero hay una falta de pericia en temas de género”, expone Bianca Tovar, exanalista de la organización civil Impunidad Cero y que, en la actualidad, estudia un máster en políticas públicas en la Universidad de Oxford.

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La prueba es que de octubre de 2021 a marzo de 2022 se registraron 45 feminicidios, es decir, siete al mes.

El caso de Debanhi Escobar, joven de 18 años que desapareció y fue encontrada muerta dentro de una cisterna, no sólo destapó todo el contexto de violencia que se vive en Nuevo León, también mostró la visión tan limitada que tienen las autoridades sobre el problema sistémico, que responde a un alto nivel de negligencia o complicidad, asegura Cristina Reyes, de la MUCD.

La violencia feminicida no es el único problema en Nuevo León; entre 2016 y 2021 desaparecieron 629 mujeres, según cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNL), herramienta del gobierno federal que es general y limitada para realizar un análisis preciso de una problemática tan grave que lleva más de una década en el país.

Los datos de 2022 son escasos, sólo se tiene registro de tres mujeres desaparecidas, pero algunos de los detalles encontrados en dicho registro es que la edad de mayor riesgo de desaparición para las neoleonesas es entre 16 y 20 años, números que son una alerta roja para especialistas.

“Se está siguiendo una lógica de que son casos aislados, pero se necesita ver con la perspectiva de que es algo sistemático y que Nuevo León es un estado fronterizo, como Tijuana o Ciudad Juárez, y establecer políticas que verifiquen qué está pasando, pero de una manera estructural, porque sí hay un patrón muy particular”, asegura Bianca Tovar.

Para este análisis se tomaron las cifras catalogadas como “desaparecidas”, ya que el gobierno estatal ha insistido en aclarar que el término “no localizadas” se refiere a casos en los que es probable que la persona se fuera por su propia voluntad, versión que para las familias no es creíble e intenta ocultar la realidad.

“Por más que las autoridades quieran minimizarlo o hacerlo invisible diciendo que se van por rebeldía o por falta de comunicación con sus familias, no hay que dejar de lado que Nuevo León está entre los dos primeros lugares en el delito de trata de personas”, recalca Irma Leticia Hidalgo.

El fenómeno de las desapariciones en Nuevo León muestra más datos preocupantes.

En México se tiene una tasa de tres desapariciones por cada 100 mil mujeres, dato que no se ha modificado drásticamente desde 2016, pero en Nuevo León se disparó en 2018 y 2019, años en los que su tasa fue tres veces la nacional: siete desapariciones por cada 100 mil mujeres que vivían en la entidad, de acuerdo con el análisis efectuado por EL UNIVERSAL.

Las voces de los especialistas y colectivos explican que esto no es nuevo, pero se ha normalizado tanto la violencia que hace que los reflectores no caigan en casos como Nuevo León, afirma la abogada senior de MUCD.

Por otro lado, los últimos casos mediáticos son más comunes de lo que se cree.

“El año pasado hicimos el llamado de alerta a estas instituciones por el reporte de 11 mujeres desaparecidas en una población muy pequeña, Sabinas Hidalgo, Nuevo León, y es muy alarmante que en un área tan delimitada ocurra ese número de desapariciones. Lamentablemente, tres de las 11 se localizaron sin vida y las demás continúan desaparecidas”, narra Irma Leticia Hidalgo, de FUNDENL.

El riesgo de ser mujer en Nuevo León
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