El reto para las nueve gobernadoras que estarán en funciones, será olvidarse de sus ideologías y del color de sus partidos políticos y emprender una lucha en común para trabajar por las mujeres, para que en sus respectivos estados se termine con la violencia machista, el sexismo, la discriminación y para que se destinen recursos para recuperar los programas sociales y de prevención que han sido eliminados.
No podremos hablar de una verdadera democracia paritaria si sigue existiendo la violencia política en razón de género y si siguen asesinado candidatas, porque para poder llegar a los espacios de poder primero tenemos que estar vivas.
El camino de las mujeres para conseguir estos espacios en la toma de decisiones y alcanzar la paridad ha sido largo. Han pasado casi siete décadas desde que las mujeres tenemos el derecho a ser votadas y hasta hoy únicamente ha habido 15 gobernadoras en nuestro país, a las que se sumaran dos más como resultado del proceso electoral de este año.
Los años 2014 y 2019 fueron clave para el reconocimiento de estos derechos, al elevarse en primer momento la garantía de la paridad entre hombres y mujeres en las candidaturas al Congreso de la Unión y los congresos estatales. Finalmente, en 2019 se reformó la Constitución para establecer la obligatoriedad de observar el principio de paridad en la integración de los Poderes de la Unión, y en la de los ayuntamientos en las entidades federativas.
En el PAN respetamos el principio de paridad total en las presidencias de los comités estatales, al contar con la mitad mujeres y la mitad hombres presidiendo. La lucha hay que empezarla desde casa.
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