La lucha de las mujeres por mayores espacios en puestos de decisión inició hace décadas. Ha sido una lucha colectiva intergeneracional. No fue suficiente la posibilidad de ser votadas desde lo jurídico, ya que muchos obstáculos políticos y sociales visibles e invisibles siguieron ahí. Las mujeres gobernadoras han sido contadas. Doña Griselda Álvarez llegó a ser gobernadora de Colima por el apoyo del entonces Presidente López Portillo. El Secretario de Gobernación le había repetido lo que a menudo se dice: “tú estás preparada para gobernar pero el pueblo no lo está para ser gobernado por una mujer”. Siguieron pasando los años y una o dos gobernadoras de 32 parecía ser el mayor número posible. Vinieron entonces las reformas de la paridad en todo. Una decisión importante del INE para que los partidos postularan mujeres. Y aquí estamos, celebrando que el número llegó a nueve.
La pregunta obligada es: ¿gobiernan distinto las mujeres? En teoría deben gobernar distinto, tratar de no repetir el modelo patriarcal de toma de decisiones. Lo experimentado en la vida debe llevar a pensar y actuar diferente. Sin embargo, no todas las mujeres que gobiernan tienen conciencia de género, esto es, claridad respecto de las desigualdades estructurales y, además, un compromiso irrestricto para no postergar la decisión de romper las inercias. Esto es un proceso. Vamos iniciando. El número logrado es esperanzador por lo que ha costado llegar hasta aquí y porque la presencia de más mujeres gobernando debe contribuir a pavimentar el camino hacia la igualdad plena y, en consecuencia, a un modelo más justo de organización social.
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