El padre Alejandro Solalinde, defensor de los derechos humanos de los migrantes, sostiene que percibe al presidente Andrés Manuel López Obrador con “rasgos muy importantes de santidad”.
En entrevista con EL UNIVERSAL, habla sobre la gestión actual, las cartas que se barajan en Morena para 2024, los obispos y su relación con el pasado y el manejo de la pandemia.
Comenta que mantiene la atención a migrantes como su misión principal, pero que lo hace lejos de los reflectores, sin protagonismos, en el albergue Hermanos en el Camino, Oaxaca.
“En ningún momento he dejado de trabajar a favor de los migrantes, pero ya no estoy tan expuesto a los reflectores que, insisto, no son lo mío”, sostiene.
¿Cómo es eso de que ve al Ejecutivo federal con rasgos de santidad?
—Está siguiendo las enseñanzas de Jesús. Por eso, veo en Andrés Manuel rasgos muy importantes de santidad. Qué lástima que no lo valoren.
Para él son importantes los pobres o, como decía Jesús: “Los últimos serán los primeros”.
Eso es lo que la gente no quiere entender y se para de pestañas porque busca defender el capitalismo, me refiero a los empresarios y a la gente bonita que era privilegiada en otros sexenios.
La santidad política existe y la menciona la Iglesia católica, pero hay que entender que la santidad no es perfección.
Un santo o una santa puede tener muchos errores, pero es santo. Porque la santidad es la imitación del amor de Dios.
Presidentes como López Obrador surgen cada 100 o 200 años. Dios nos bendijo con un Presidente como el que tenemos. Cada día admiro más a este hombre.
¿Cómo es posible que tengamos un Presidente así?, no me ha dado nada y yo jamás aceptaría un peso de nadie. Es mi convicción. Lo que va a resultar es maravilloso porque él está haciendo una verdadera revolución pacífica y democrática, una verdadera revolución de las conciencias.
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¿Su balance del gobierno?
—Lo más importante es que los cambios van. La transformación sigue. No importa si es primera, segunda, tercera, cuarta o quinta, es un hecho que estamos viendo un cambio profundísimo.
Ese es el disco duro de este gobierno, lo más importante, lo demás son accesorios.
¿Cuáles son los cambios más visibles de esta gestión?
—Estamos cambiando de modelo. Esta no es una nueva gestión, no es más de lo mismo. Estamos realmente cambiando de modelo económico y político.
Político, porque vamos caminando hacia la democracia. En lo económico, estamos pasando de un esquema de privatizaciones, de acaparamiento de la riqueza a una mayor redistribución, pasando a la soberanía energética, a todo lo que signifique la autosuficiencia para México.
También estamos viviendo el fortalecimiento de la base popular. Este gobierno ya no se está agarrando de unos cuantos de arriba o de la prensa o de algo que pudiera significar su fuerza, no.
La fuerza de este gobierno está abajo, pero no excluye a nadie. En ese sentido, creo que vamos caminando hacia la paz, pero no construida a base del fuego, sino del convencimiento.
Sé que mucha gente y algunos hasta de mi familia no lo entienden. Todas sus obras se verán cuando él se vaya.
Hablando del retiro de López Obrador, ¿quién es su gallo para sucederlo?
—Por primera ocasión, tenemos la posibilidad de que nos gobierne una mujer en 2024. Me gustaría que se quedara una mujer, de que es capaz, es capaz.
Yo quiero, sueño y anhelo que una mujer como Claudia Sheinbaum nos gobierne.
Si ha podido gobernar una urbe tan compleja como es la Ciudad de México, ¿por qué no lo va a hacer en la Presidencia?
Claudia es inteligentísima y muy astuta, tiene todos los atributos para ser una buena gobernante, es solidaria y además puede seguir tejiendo el nuevo México democrático que queremos. Es muy apreciada por Andrés Manuel y comparte un plan: un futuro común para México.
¿Y Marcelo Ebrard?
—Es un hombre muy capaz, pero le hace falta recorrer las calles, ensuciarse los zapatos con los de abajo. Es de cuna rica, no sabe de carencias, de hambre, no sabe de muchas cosas. Le falta ese arraigo con pobres, con indígenas.
¿Qué opina del senador Ricardo Monreal?
—Ese ya chupó faros, ya hay que descartarlo por completo. Se ha aliado a los partidos de oposición. De hecho, ya no se identifica con Morena. Insisto, no soy de Morena ni apoyo a otro partido, pero soy un observador que analiza las cosas. Quizá la única esperanza de que sea candidato presidencial sea aliándose a la oposición, con la que ya ha jugado.
¿Qué me dice de Adán Augusto López?
—Es un buen perfil también, pero yo lo vería más bien como el sucesor de Andrés Manuel en caso de que él faltara. Ojalá y no. Le pedimos a Dios que no suceda, pero si ocurre, él podría asumir la Presidencia del país.
¿Cómo percibe a la oposición en este momento?
—La respeto mucho, porque en una democracia tiene que haber oposición, pero la veo muy amolada, débil, dividida y descontrolada. No tiene posibilidad para ganar en 2024. Morena, sin duda, arrasará de nuevo.
Tengo parientes muy cercanos que se sienten identificados con los fifís, pero no efectivos, porque ninguno tiene 500 millones de dólares en su cuenta bancaria, pero sí son aspiracionistas.
Odian con toda su alma a Andrés Manuel porque les quitó privilegios. De parte de mi papá, todos son priistas, y de mi mamá, panistas. Mi familia está dividida, nadie quiere a Andrés Manuel.
¿La jerarquía de la Iglesia está enojada con AMLO?
—¡Por supuesto! El Episcopado Mexicano, con sus honrosas excepciones, bien que recibía la lana del PRI y del PAN, cómo de que no. Fui testigo de muchas cosas de esas. Incluso, algunos padrecitos también recibían para sus chuchulucos. Cualquiera que vea estas líneas sabrá que tengo la razón y en su conciencia sabrá cuánto recibieron.
La jerarquía de la Iglesia no ayudó en nada durante los gobiernos de mayor corrupción.
Estaba aliada con el PRI, con el PAN. Me da mucha pena, hay obispos y padrecitos chayoteros, recibían dinerito. Me consta que algunos recibían hasta 6 millones de pesos. Andrés Manuel no da nada, no regala nada, por eso no les cae bien y se burlan de él.
Andrés Manuel está haciendo por Jesús, por el evangelio, por la vida cristiana, mucho más que lo que ellos han hecho durante muchos años, adoctrinando nada más a la gente.
Se ha hablado de su desaparición del escenario político y que ha dejado de lado su defensa por los derechos humanos de los migrantes, ¿qué hay de cierto?
—Lo mío es la primacía, no es la fama, ni creo en eso. La pandemia me ayudó muchísimo, porque volví a lo mío, a la soledad, al silencio. Sigo en el albergue migrante Hermanos en el Camino, que es mi casa. Estoy de tiempo completo con ellos y esa es mi misión principal. En ningún momento he dejado de trabajar a favor de los migrantes.
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¿Cómo ha visto el manejo de la pandemia de Covid-19?
—Para empezar, la pandemia es un monstruo global, y no es fácil, cada quien tiene su manera de matar pulguitas.
Andrés Manuel, con el amor que le tiene a la gente, ha trabajado mucho para tener controlado ese virus. No es fácil tener las vacunas. Ha ahorrado, no ha robado, para pagar millones.
Podrán criticarle lo que quieran, pero él ha hecho lo posible y hasta lo imposible para que estemos bien nosotros. El equipo que tiene en la Secretaría de Salud es chingonsísimo. Hugo López-Gatell (subsecretario de Salud) es un chingonazo al que le tienen envidia. Pocas personas están tan preparadas como él.
También hay que reconocer el trabajo de médicos y doctoras que han desempeñado un papel muy bueno. Tengo esperanzas de que en 2022 se levante el sector Salud, al que los gobiernos anteriores dejaron en las ruinas.
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