Más Información
Exterminio del Inai y 6 órganos autónomos va al Senado; Diputados aprueban fusionar facultades de IFT y Cofece
“Es un día triste para la democracia”: Presidente del Inai reacciona a extinción del instituto; “dimos la batalla”, dice
Cae en EU “El Guacho”, yerno de “El Mencho”, líder del CJNG; había fingido su muerte para vivir en California
Comienzan las entrevistas de los aspirantes a la Fiscalía capitalina; Ulrich Richter promete ciudadanizarla y despresurizarla
El artículo de José Narro que hizo reaccionar a Sheinbaum; ¿qué dice y por qué lo calificó como “mucha ignorancia”?
Con la democracia ha surgido desde hace muchos años un lenguaje incluyente, que sin embargo, es muy peligroso.
La declaración del presidente electo López Obrador respecto a que someterá a “consulta” la viabilidad del nuevo aeropuerto, no es un “arma de dos filos”, sino la “espada de Damocles”.
El manejo de las expectativas ciudadanas es la “espada de Damocles” que hoy pende sobre la cabeza de los gobernantes.
La opinión pública hoy debe ser tratada con mucho respeto y una delicada y fina sensibilidad por lo cambiante, inestable, manipulable y hasta autoritaria, que puede llegar a ser. Sin embargo, aún con todos estos adjetivos el pueblo manda. Por tanto, mas vale ser escrupuloso con lo que se promete a un patrón tan exigente y con tanto poder, como el que hoy tiene la ciudadanía.
La leyenda de la “Espada de Damocles” es muy descriptiva de lo que es la responsabilidad de un gobernante.
En la corte del tirano Dionisio I, quien gobernaba Siracusa en el siglo IV antes de Cristo, había un cortesano de nombre Damocles, quien abusaba de los halagos para su rey, diciendo continuamente que era afortunado al disponer de tanto poder y riqueza.
Para darle una lección, el rey Dionisio organizó en su honor un banquete, haciéndolo “rey por un día”.
Damocles disfrutaba de los halagos de todos los presentes y de todos los placeres que pedía, hasta que descubrió que del techo pendía una filosa espada que estaba amarrada solo por un cabello de la crin de un caballo. En ese momento dejó de disfrutar de ser el eje del festejo, de las adulaciones y los placeres, sabiendo que su vida pendía de un hilo.
Esta fábula (parece ser que no es un hecho histórico), describe las responsabilidades de un gobierno. Ese es el precio de gobernar y ejercer poder. En el mundo democrático de hoy, donde el pueblo es el patrón supremo, la opinión pública podría representar a la “Espada de Damocles”.
Respecto a esta nueva política de prometer públicamente la realización de consultas para resolver los grandes retos de nuestro país, conviene reflexionar en algo muy evidente. Preguntar a alguien su opinión y no hacer caso a su respuesta, puede generar una reacción en contra muy peligrosa. En la costumbre popular cuando alguien nos pide opinión, quien responde está esperando que su opinión, o recomendación, sea llevada a la práctica. Ignorar una opinión que fue solicitada puede generar enemigos.
Hay asuntos públicos como la construcción del nuevo aeropuerto que son de orden técnico y financiero y deben ser consultados en privado con especialistas, sin convertirlo en asunto público.
Dar una declaración tan ambigua como la promesa de consulta, puede de inicio detonar las expectativas de los pobladores de Atenco, que tradicionalmente han estado en contra de la construcción de un nuevo aeropuerto ahí, como quedó demostrado desde que por primera vez lo propuso el presidente Fox. Recordemos que cuando salieron a relucir los machetes de los
pobladores, se canceló el proyecto, no porque fuese inviable, sino por la decisión de los pobladores de la zona donde este se construiría.
Es mejor estrategia cabildear, sondear e investigar con los expertos y los involucrados, sin hacerlo público, para no generar expectativas cuando no se tiene la seguridad de que puedan cumplirse.
En este mundo altamente tecnologizado, complejo, de alta especialización, no se puede gobernar consultando a la ciudadanía de modo abierto, generando expectativas populares y recibiendo ocurrencias simplistas. Malo si no se toman en cuenta, pues ignorarlas puede generar revueltas callejeras y peor aún que las ocurrencias populares terminen estando por encima de los estudios que realicen los expertos.
Cuando la ciudadanía da su voto en las urnas electorales, está dando un “voto de confianza” a su candidato, para que tome las decisiones que considere pertinentes, asumiendo la responsabilidad de asesorarse correctamente, o sea con expertos, y eso sí… ¡dar resultados!. Esa es la democracia simple y llana, sin adjetivos.
El presidente López Obrador recibió un voto de confianza de la ciudadanía para que gobernase este país y fue con la mayor votación de los últimos años. En este tipo de decisiones técnicas, a él corresponde tomar las decisiones y asumir las responsabilidades que de ellas se deriven.
En él y sus expertos debe estar la decisión, apoyándose en las voces calificadas que puedan aportarle información relevante.
¿Usted cómo lo vé?
Twitter: @homsricardo
Linkedin: Ricardo Homs
www.ricardohoms.com