Una pregunta importante para todos quienes estamos en el ecosistema de investigación e innovación es: ¿qué condiciones se deben garantizar para generar un esquema funcional para producir ciencia que conduzca a un mayor bienestar para México?
Actualmente, México invierte sólo el 0.3 % del PIB en ciencia. Dentro de Latinoamérica, países como Costa Rica, Uruguay, Chile y Argentina destinan más que México. En contraste, Estados Unidos asigna hasta 4.95% del PIB. Es evidente que existe una brecha importante en el financiamiento en investigación en relación con otras regiones, lo que incluso se refleja en la formación de recursos humanos en esta área.
La ciencia es un factor de generación de bienestar y desarrollo para nuestras sociedades; los avances en materia de energía, salud y economía son prueba de ello. Invertir en desarrollo científico tiene al menos tres beneficios para la sociedad: uno, es la única forma de responder a los retos locales y del mundo; dos, estimula la riqueza; y tres, mejora la calidad de vida. Por eso decimos que la investigación y la educación son instrumentos de transformación social con un valor universal.
En México, primero necesitamos creer en la importancia de invertir en investigación como un motor de progreso para nuestras sociedades. Segundo, se requiere generar un marco legal enfocado en elevar la inversión en investigación donde haya igualdad de condiciones entre actores públicos y privados. La colaboración pública y privada es vital para ello. Tercero, definir las áreas relevantes de estudio en nuestro país, entendiendo las necesidades únicas de nuestro entorno y también nuestras fortalezas.
Hace unos días, realizamos en el campus Monterrey el Tec Science Summit 2023 un espacio para dar visibilidad a los proyectos científicos y tecnológicos de mayor impacto que se generan en el Tec de Monterrey. Nos dio mucho gusto compartir ante quienes estuvieron presentes o se conectaron en línea, que actualmente en nuestra institución y en estos últimos años, se han publicado más de 2 mil 300 artículos científicos, los cuales han recibido más de 73 mil referencias o citas a estos trabajos de investigación.
Lo decimos claro: las universidades privadas no somos adversarios, hemos sido aliadas durante muchos años contra el verdadero enemigo: la falta de conocimiento para resolver los problemas que enfrentamos y en los que tenemos que pensar en soluciones inmediatas. Desde hace 80 años que se fundó el Tec, hemos sido una institución sin fines de lucro que dedica recursos exclusivamente a propósitos académicos y formativos, y donde hoy estamos elevando nuestra apuesta en la producción científica.
La comunidad científica y educativa en México es y debe ser responsable de la generación del saber para resolver los problemas de nuestro país. Las políticas públicas deben facilitar y promover estas acciones, no restringirlas. Por ello, hacemos un llamado a todas y todos los actores involucrados a replantear las prioridades en materia de ciencia e investigación y poner a la sociedad y su desarrollo, al centro de las decisiones. Las políticas públicas deben ayudarnos a potenciar nuestra misión. El investigador mexicano tiene creatividad, trabaja con esmero y es nuestra responsabilidad generar el ambiente propicio para su florecimiento por el bien de México.