Bruselas.— El Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI) con sede en Estocolmo, muestra en su base de datos actualizada que durante el gobierno de el gasto militar de México ha crecido “sustancialmente”.

Los datos proporcionados a EL UNIVERSAL por investigadores de una de las máximas autoridades en materia de compras armamentistas sostienen que el gasto militar de México aumentó 53% entre 2018 y 2022, en términos de moneda nacional. Si el indicador es en dólares a precio constante de 2022, el alza del presupuesto bélico del país fue de 25%.

Entre 2021 y 2022 la inyección de fondos a las retrocedió 2.4% en moneda nacional, y en 9.7% en dólares. Sin embargo, como porcentaje del PIB, México destinaba en defensa 0.48% en 2018, mientras que para 2022 el presupuesto ascendió a 0.61%. La misma tendencia al alza se aprecia en la política pública. En términos de porcentaje del gasto público, la administración de López Obrador destinó a las Fuerzas Armadas 1.86% en 2018 y 2.22% en 2022.

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“Esto realmente no afectó la tendencia global, ya que el gasto militar de México representó sólo 0.4% del total mundial en 2022. Pero sí tuvo implicaciones en las tendencias en Centroamérica y el Caribe, ya que fue el que más gastó en la subregión”, dice a este diario Diego Lopes da Silva, investigador en jefe del Programa de Gasto Militar y Producción de Armas del SIPRI.

Según los analistas, desde 2018 el gobierno de México ha planificado la adquisición de helicópteros y aviones de transporte, pero los proyectos no han avanzado o se han cancelado. Los pedidos en el rubro de armamento convencional que sí se completaron consistieron en un avión de transporte de reemplazo tipo Cessna 208 Caravan y un helicóptero H-725 Caracal (H225M).

El Ejército también recibió armas navales y misiles para ser empleados por la fragata SIGMA 10514 que desde 2017 se construye en el astillero de Flesinga, en Holanda.

Expertos explican que el armamento adquirido es estándar, no de última generación, pues existen sistemas de mayor alcance y los aviones pueden considerarse “caballos de trabajo” capaces de cumplir con los planes de uso previstos, es decir, pueden ser utilizados para combatir a los cárteles de la droga transportando tropas, armas o recaudar inteligencia para operativos.

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“Vemos que hay algunos planes ambiciosos a partir de 2018, pero sólo ha habido pedidos menores. La fragata SIGMA y las armas y componentes vinculados son las principales entregas desde 2018 y provienen de un pedido anterior a 2018”, señala el veterano investigador del SIPRI Siemon Wezeman.

“Hasta donde sabemos, todos los grandes planes de 2018 no han conducido [por ahora] a pedidos reales. Esos planes incluían sistemas poco sofisticados y a menudo de doble uso que encajarían en operaciones internas contra el crimen, como son helicópteros, aviones de transporte ligero y vehículos blindados ligeros, aunque de manera sorprendente, también hay fragatas y helicópteros antisubmarinos que al parecer tienen poco que ver con la seguridad interna y para los cuales no está claro qué amenaza abordarían”, dice.

En cuanto quién sería el mayor beneficiario del desembolso armamentista, si la Fuerza Aérea, la Marina o las tropas de infantería, los investigadores dicen que los programas parecen no beneficiar necesariamente a alguno en particular.

Lo que está claro es que el aumento del gasto militar durante este gobierno no se está traduciendo en una modernización de equipo o el reemplazo del material existente.

El volumen de armas importadas entre 2014-2018 y 2019-2023 cayó 75%. Con excepción de buques, armas navales, misiles y artillería, todas las categorías de armamento convencional experimentaron una disminución generalizada.

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