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El Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) cumple cuatro años de iniciar operaciones, por lo que si bien es importante reflexionar sobre sus logros también hay que ver los desafíos que tiene por delante. Desde su creación en noviembre 2020 ha sido una institución clave en la implementación de la Reforma Laboral de mayo de 2019, impulsando el nuevo sistema nacional de conciliación en alianza con los Centros de Conciliación estatales, convirtiéndose en un nuevo motor para el diálogo social. Una apuesta histórica con un propósito esencial: colocar a las personas trabajadoras y sus derechos como el eje de toda relación laboral.
Y es que además de ser la instancia conciliatoria laboral federal, también se encarga de lo que hoy se conoce como el Registro Nacional Laboral, pues por disposición constitucional, es responsable del registro de todos los sindicatos del país y sus contratos colectivos de trabajo (CCT). Otra función novedosa, es la de verificar que se cumplan los procesos de democracia sindical: que los trabajadores puedan elegir libremente a sus dirigentes y participar en la negociación de sus CCT. Lo decimos fuerte y claro: el gobierno ya no quita ni pone líderes sindicales.
A través de las consultas de legitimación de los CCT, con apoyo de la Secretaría del Trabajo Federal -y en conjunto con los sindicatos- se convocó a cinco millones de personas trabajadoras, se extinguieron más de cien mil CCT firmados a sus espaldas desapareciendo de facto, al igual que los sindicatos membrete que los detentaban, quedando 30,536 CCT legitimados por voto personal, libre, directo y secreto, a los cuales se han sumado 7 mil nuevos CCT aprobados de igual forma. Esto es un fuerte mensaje para que los sindicatos regresen a sus bases, pues su liderazgo ya no depende del gobierno ni del patrón, sino del respaldo de sus agremiados.
El CFCRL ha marcado un antes y un después. Por primera vez en nuestra historia laboral, cada registro sindical y contrato colectivo es accesible a la ciudadanía, mediante una plataforma web denominada Repositorio Público Laboral. El impacto de la transformación es tangible. Un estudio reciente de CONASAMI revela que las empresas con CCT legitimados ofrecen salarios promedio de entre 8.6% y 10 % más altos que las que no legitimaron sus contratos.
Otra de las claves de este cambio es la tarea de verificar que los sindicatos cuenten con el respaldo de al menos el 30% de los trabajadores para firmar un CCT. Este requisito ha sido un freno a las prácticas de extorsión. Se trata de generar un ambiente de certidumbre y transparencia para trabajadores y empleadores. Hay que decir que el rol que ha tenido el CFCRL en estos cuatro años, ha sido incluso reconocido por nuestros socios comerciales del T-MEC. Esta transformación laboral es una señal de estabilidad y confianza hacia México.
Hoy, uno de los retos más importantes es impulsar la participación real de las y los trabajadores, garantizando su derecho a afiliarse a un sindicato o formar uno nuevo, sin temor a represalias, considerando que hay más de cien mil empresas que se quedaron sin CCT, y cuyos trabajadores no cuentan con una representación colectiva.
En este 2° piso de la 4T, en el CFCRL tenemos clara nuestra misión: México necesita empresas sólidas y competitivas, sindicatos fuertes, con representatividad real y la capacidad para luchar por mejores condiciones de trabajo y mayor bienestar social.
PD: Al hablar del corazón de reforma laboral no me refiero al CFCRL sino a las y los trabajadores.