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elmundo@eluniversal.com.mx
Nueva York.— Miguel Ángel Martínez Martínez, El Gordo o El Tololoche, ex subalterno de Joaquín El Chapo Guzmán, declaró este miércoles en una corte de Nueva York que su ex patrón, alguien a quien dice que ahora “odia”, trató de matarlo hasta en cuatro ocasiones. De todas salió vivo.
El octavo día de juicio en Estados Unidos contra El Chapo pareció un capítulo de la serie Narcos. El Gordo detalló todos los intentos de asesinato que, supuestamente, Guzmán ordenó contra él. “Me mandaron matar cuatro veces”, aseguró, todas mientras estaba preso en cárceles mexicanas.
Las tres primeras veces sobrevivió a apuñalamientos, que le dejaron perforaciones en el intestino, el páncreas y, por dos veces, el pulmón. “Me dejaron tirado, me llevaron al sanatorio muriendo”, relató del primer atentado.
Consiguió un traslado a otra cárcel, al Reclusorio Preventivo Sur de la Ciudad de México, pero el recibimiento fue escalofriante. “Me empezaron a gritar los presos que de qué número calzaba para quedarse con mis zapatos, porque ya era hombre muerto”, explicó. En la cárcel se decía que El Chapo había puesto “mucho dinero” para aquél que matara al “gerente” de su cártel.
Allí sobrevivió a otro acuchillamiento, que le dejó marcas en la nariz y la barbilla, cicatrices que oculta con su barba. Aislarlo no le salvó de ser víctima de un nuevo intento, esta vez más explosivo.
Una noche, pocas horas antes del ataque, El Gordo escuchó desde su celda cómo una banda de viento tocaba sin parar, “más de 20 veces”, la canción Un puño de tierra. “Estaban tocando una canción que le gustaba mucho al señor Guzmán”, pensó Martínez, lo que confirmó sus sospechas de que El Chapo quería su cabeza.
A primera hora de la mañana apareció un hombre frente a su celda. Apuntó con una pistola al policía que le resguardaba, sacó las anillas de seguridad a dos granadas y ordenó que abriera la puerta. “El problema no va contigo, es con este güey”, rememoró; el guardia le dijo que no tenía las llaves.
Tras una discusión de 10 minutos, tiró las granadas a la celda. Escondido tras una bardita del baño, El Gordo salió ileso.
Meses después, era extraditado a Estados Unidos y empezaba a colaborar con el gobierno estadounidense. Sin embargo, nada le quitó el miedo a Guzmán y los tentáculos que podían hacerle daño.
“Si yo, cuando estuve luchando por mi extradición, nunca le cité, nunca le fallé, nunca le traicioné. Cuidé a toda su familia y lo que recibí fueron cuatro intentos de homicidio. Y eso sin haber dicho nada”, dijo Martínez cuando le preguntaron por qué no quería declarar en el juicio.