“Hay casos en los que resulta particularmente injustificable e indignante el asesinato, aquellos donde la víctima es un hombre constructivo, de provecho y trabajo”, se leyó en la columna del 19 de septiembre de 1973 de Artemio Rubio y Mendizabal, tras el atentado contra Eugenio Garza Sada.

En la mañana del 17 de septiembre de 1973, hace , cinco integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre emboscaron el automóvil del empresario regiomontano, justo cuando iba de camino a la Cervecería Cuauhtémoc, empresa familiar de finales del siglo XIX.

La idea era secuestrarlo y pedir un cuantioso rescate, pero el plan terminó en balacera, cinco fallecidos y una confrontación política entre iniciativa privada y fuerzas populares.

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Grabado de la Cervecería Cuauhtémoc, con su planta en Monterrey. Establecida desde 1889 por Isaac Garza, padre de Eugenio; la compañía enfrentó las secuelas del Porfiriato, la Revolución y la crisis financiera de Estados Unidos de los años 20. Foto: Wikimedia Commons.
Grabado de la Cervecería Cuauhtémoc, con su planta en Monterrey. Establecida desde 1889 por Isaac Garza, padre de Eugenio; la compañía enfrentó las secuelas del Porfiriato, la Revolución y la crisis financiera de Estados Unidos de los años 20. Foto: Wikimedia Commons.

Desaparición de la máxima figura del campo empresarial

Eugenio Garza Sada, de 81 años al momento de su muerte y egresado del Instituto Tecnológico de Massachusetts, se encargó del emporio y prestigio de su familia tras la muerte de su padre.

Durante los convulsos tiempos de la postrevolución, la iniciativa privada en Nuevo León avanzó como una fuerza contraria al populismo del gobierno. Don Eugenio, respetado por colegas y empleados, fue su mayor representante; su asesinato fue noticia nacional a las pocas horas de ocurrido.

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Elías Orozco, integrante de la Liga 23 de Septiembre y partícipe en la emboscada, comentó que primero aprehenderían a Garza Sada y después amagarían a sus acompañantes, pero la maniobra se hizo al revés y eso permitió que los guardaespaldas del empresario respondieran con disparos.

Orozco aseguró que el mismo líder de la Cervecería Cuauhtémoc accionó un arma contra ellos antes de ser herido mortalmente. En el lugar murieron el chofer y uno de los guardaespaldas, así como Javier Rodríguez y Aselmo Herrera, responsables del ataque.

Primera plana del 18 de septiembre de 1973 en EL UNIVERSAL, con los primeros reportes sobre el atentado contra Eugenio Garza Sada. Se afirmó que el entonces secretario de Industria y Comercio, Carlos Torres, sería el representante de la presidencia ante la muerte del empresario, pero días después, el mismo Luis Echeverría acudió a dar su pésame. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Primera plana del 18 de septiembre de 1973 en EL UNIVERSAL, con los primeros reportes sobre el atentado contra Eugenio Garza Sada. Se afirmó que el entonces secretario de Industria y Comercio, Carlos Torres, sería el representante de la presidencia ante la muerte del empresario, pero días después, el mismo Luis Echeverría acudió a dar su pésame. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.

Colegas, empleados y líderes expresaron sus condolencias e indignación por el atroz crimen. Las autoridades actuaron con rapidez y la Presidencia de la República, entonces comandada por , confirmó que no se permitiría algún uso de violencia para conseguir intereses políticos.

Para el 23 de septiembre de 1973, EL UNIVERSAL reportó los “esfuerzos sobrehumanos de la policía de Monterrey” para esclarecer los hechos. El entonces gobernador de Nuevo León, Pedro Zorrilla, aseguró que las demandas de allegados a Garza Sada estaban “muy justificadas”, pues exigían la captura y castigo contra todos los responsables del asesinato.

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Para el 12 de octubre de ese año, las investigaciones apuntaron que miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre eran los actores en la ejecución de Eugenio Garza Sada. Se supo que pedirían 5 millones de pesos y la liberación de presos políticos a cambio del rescate del empresario.

Dentro de los implicados estaban Elías Orozco, Edmundo Medina, Miguel Ángel Torres e Hilario Juárez, así como Héctor Gutiérrez, Armando Iracheta y Maximino Madrigal como cómplices.

Ante la supuesta motivación “política” de los responsables, se desató una contienda mediática entre la iniciativa privada y los representantes de ideologías populares. En su comentario del 15 de octubre de 1973, el periodista y escritor, Armando Fuentes “Catón”, aseguró que el asesinato de Garza Sada no obedeció a un tema político, sino a intenciones criminales.

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“Los actos de terrorismo ciego no consiguen nada bueno para las luchas por la transformación social. Por el contrario, convocan a fuerzas de represión y atraen hostilidad sobre aquellos que organizan a los sectores progresistas y conscientes”, aseguró el entonces colaborador de EL UNIVERSAL.

En su semblanza sobre Eugenio Garza Sada, el columnista Artemio Rubio y Mendizabal sostuvo que “no todos los ricos son malos y no todos los pobres son buenos”, y el debate creció.

Muestra de los numerosos impactos de bala que recibió el automóvil Ford Galaxie último modelo de Eugenio Garza Sada. Tanto los delincuentes como los pasajeros del vehículo realizaron disparos, resultando en cinco fallecidos. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.
Muestra de los numerosos impactos de bala que recibió el automóvil Ford Galaxie último modelo de Eugenio Garza Sada. Tanto los delincuentes como los pasajeros del vehículo realizaron disparos, resultando en cinco fallecidos. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.

Iniciativa privada vs. Fuerzas populares

Durante el sepelio de Eugenio Garza Sada, el entonces presidente del Consejo Consultivo del Grupo Industrial Monterrey, Ricardo Margáin Zozaya, pronunció un contundente y polémico discurso para despedir a la más grande figura del sector empresarial regiomontano.

Margáin responsabilizó a las declaraciones gubernamentales que promovieron una postura negativa contra la iniciativa privada. Se sostuvo que la retórica de Luis Echeverría enalteció los ánimos de ciertos grupos de protesta, pues se pintó a los empresarios como enemigos del progreso social.

"Mientras todos hacemos esfuerzos sobrehumanos por ayudar a resolver los gravísimos problemas económicos, se permiten las más nocivas ideologías que propugnan por todo aquello que va en contra de lo verdadero y constructivo", sostuvo el representante del Grupo Industrial Monterrey.

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Todos los representantes privados y públicos sancionaron la muerte de Garza Sada a manos de la Liga 23 de Septiembre, pues el asesinato es contrario y absurdo frente a la ideología revolucionaria, pero el discurso de Margáin desvió el luto por el empresario regiomontano.

La misma familia de Garza Sada mantuvo distancia de las declaraciones de Margáin Zozaya, pues consideraron que “el dolor que causa la desaparición de un gran hombre y ejemplar padre no debería haberse mezclado con opiniones de orden público”.

El 26 de septiembre del 73, el político y columnista Luis del Toro consideró que la iniciativa privada tenía una “condenable actitud demagógica y de macabra especulación politiquera” y acusó a la “casta fenicia” –término que usó contra los empresarios– de “sabotear la obra gubernativa, de atacar para luego decirse atacada. Ser verdugo del pueblo, para después ostentarse víctima del Gobierno”.

Entre los asistentes al funeral del empresario regiomontano asistieron el entonces presidente, Luis Echeverría; el gobernador de Nuevo León, Pedro Zorrilla y cientos de trabajadores que presentaron sus respetos al desaparecido líder. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.
Entre los asistentes al funeral del empresario regiomontano asistieron el entonces presidente, Luis Echeverría; el gobernador de Nuevo León, Pedro Zorrilla y cientos de trabajadores que presentaron sus respetos al desaparecido líder. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.

La división de opiniones continuó. Mientras la iniciativa privada exigía los debidos resultados a las autoridades, se persiguió y estigmatizó cualquier corriente popular, de izquierda o comunista.

El entonces dirigente del Partido Popular Socialista (PPS), Jorge Cruickshank, condenó que “la oligarquía de México se alza retadora ante el poder público y, con el pretexto del asesinato de Garza Sada, exigieron en forma altanera acciones de agresión contra las fuerzas populares".

Cruickshank no justificó el crimen contra Eugenio Garza Sada, pues "el PPS condena los actos de violencia, asaltos, secuestros, que son producidos por vulgares delincuentes que no tienen que ver nada con la corriente revolucionaria", pero sí increpó la actitud de los empresarios.

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"Si la conciencia nacional repudió el asesinato de Garza Sada, también deben condenar los últimos asesinatos de gente humilde del pueblo que todos los días caen víctimas de los intereses de una minoría que no quiere mejores derechos para la clase obrera", sentenció el dirigente del PPS.

En un comunicado del 24 de septiembre del mismo año, el Partido Popular Socialista enunció que “los inmensamente ricos agreden al pueblo y sus organizaciones violan impunemente la ley; son quienes propiciaron el descontento del pueblo con su voracidad”.

“[Los empresarios] se opusieron a la entrega del libro de texto gratuito a la niñez mexicana y ahora, escudándose en un hecho condenable, plantean un régimen fascista en nuestra patria. Quieren para México un Pinochet que les haga el juego”, mencionó el posicionamiento del PPS.

Rafael Carrillo, periodista y columnista para este diario, sostuvo que los empresarios “aprovecharon la oportunidad del asesinato de don Eugenio Garza Sada para demorar todo lo posible la fijación de los nuevos salarios mínimos […] para mantener y acrecentar el margen de ganancias.”

Hasta el 17 de septiembre 2019 –46 años después del crimen–, se supo del expediente II-219-972, fechado el 22 de febrero de 1972. El documento exhibió que las autoridades regiomontanas sabían de una supuesta planeación para secuestrar al empresario, año y medio antes de su asesinato.

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Aunque la iniciativa privada y los seguidores de fuerzas populares se centraron en discutir sus posturas, el informe de 1972 evidenció que las fuerzas gubernamentales no ejecutaron acciones para prevenir el delito, ni siquiera se advirtió al empresario sobre la posible amenaza.

La consecuencia posterior a este creciente periodo de inestabilidad fue la llamada “guerra sucia” de los 70, siendo la persecución, tortura y desaparición de simpatizantes “comunistas”.

En la siguiente entrega, hablaremos de los antecedentes y momentos que tuvo la Liga Comunista 23 de Septiembre, en uno de los periodos más represivos y ocultos de la historia mexicana.

Como homenaje póstumo, Eugenio Garza Sada recibió el nombramiento de “Ejecutivo del año” por parte de empresarios en Monterrey, meses después de su asesinato. Parecía que el crimen contra el líder de Cervecería Cuauhtémoc funcionó para remarcar la brecha entre contrarios, justo en un periodo de represión y crisis económica. Foto: ESPECIAL.
Como homenaje póstumo, Eugenio Garza Sada recibió el nombramiento de “Ejecutivo del año” por parte de empresarios en Monterrey, meses después de su asesinato. Parecía que el crimen contra el líder de Cervecería Cuauhtémoc funcionó para remarcar la brecha entre contrarios, justo en un periodo de represión y crisis económica. Foto: ESPECIAL.
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