A 20 años del 11 de septiembre de 2001, el exsecretario de Relaciones Exteriores de Vicente Fox, Jorge Castañeda Gutman, asegura que los atentados en las Torres Gemelas de Nueva York cambiaron por completo la relación entre México y Estados Unidos, pues el país pasó de ser prioridad y ocupar el primer lugar de importancia para el expresidente George Bush a tener un “lugar x” en su agenda.
En entrevista con EL UNIVERSAL, detalla que Bush y Fox tenían una relación muy cercana, se vieron como presidentes electos, el primer país que visitó el estadounidense como mandatario fue México y al primer jefe de Estado que recibió fue al expanista, además de que tuvieron, al menos, cinco encuentros en su primer año.
Asegura que, de no haber ocurrido los atentados, se hubiera firmado un buen acuerdo migratorio y avanzado más en el Tratado de Libre Comercio, así como en otros temas pendientes de la agenda bilateral, multilateral y regional, pero “muchas cosas se vinieron abajo y no por molestia estadounidense, sólo dejamos de ser los preferidos de Bush”.
Además, tajante, rechaza que haya habido molestia de Estados Unidos, específicamente de Bush, Colin Powell o Condoleezza Rice, porque Fox no viajó rápidamente a EU para solidarizarse y porque no había sido tan contundente en sus condenas. “Eso fue simplemente falso”, dice.
¿El 11-S cambió al mundo?
—No sé si cambió al mundo. Los equilibrios fundamentales del mundo no cambiaron radicalmente, [pero] cambiaron muchos usos y costumbres, es decir, ya tenemos que pasar por los detectores de metal al subirnos a un avión, para subir a un edificio y, en algunos países, para subirnos a un tren.
En un sentido muchísimas cosas cambiaron, pero en otro no cambió nada.
Tampoco hubo una ola de fundamentalismo islámico que haya transformado al mundo. Hubo muchos atentados posteriores en esos mismos días, los meses siguientes y hasta la fecha. Cambiaron las costumbres y una serie de impresiones que todos teníamos de una cierta manera de vivir, sobre todo en los países ricos, en los pobres no cambió tanto.
¿Cómo tomó la noticia Fox?
—Estaba muy preocupado por varias cuestiones. En primer lugar, acabábamos de llegar de Washington de una visita que, según los comentarios de la prensa, había sido muy exitosa y probablemente hasta la fecha la más exitosa que ha habido y cuyo resultado o consecuencias en buena medida se iban a ver neutralizadas por esto, no porque nos echaran la culpa, porque pasábamos de ocupar el primer lugar de importancia del gobierno de George Bush a un lugar x.
¿La relación con EU cambió a raíz de los atentados?
—Cambió en un sentido y el otro sentido no existe, es una mentira inventada por algunos estadounidenses y mexicanos, pero es una mentira completa.
Lo que sí cambió, insisto, fue la prioridad, porque el primer país que visitó Bush como presidente fue México; el primer jefe de Estado recibido en una visita oficial a Washington fue Fox.
El número de encuentros que hubo entre Bush y Fox durante ese año fue enorme, uno tras otro, por una y otra cosa. Compárese con Joe Biden, ya estamos en septiembre y no se han visto.
Fox y Bush ya se habían visto como presidentes (...) Entonces esto cambió, cambió por la fuerza de las cosas. México dejó de ser una prioridad, eso los académicos pueden discutirlo todo lo que quieran y sobre las consecuencias de esa prioridad. De no haberse producido [el ataque a las] Torres Gemelas, sí hubiera habido un acuerdo migratorio, algunos pasos hacia adelante en materia de una comunidad de América del Norte (...) todo eso, por definición, no lo sabemos.
Lo que sí sabemos es que se perdió eso. Lo que fue una mentira completa inventada por los académicos estadounidenses y mexicanos fue que Bush, Powell y Rice y algunos otros se sintieron y se molestaron porque Fox no fue lo suficientemente rápido a Washington y a Nueva York y porque no fue lo suficientemente contundente en sus declaraciones, es simplemente falso.
¿Esa prioridad que era México en qué se hubiera convertido?, ¿enchilada completa?
—Sí hubiera salido. Exactamente lo que pedíamos, no, pero un buen acuerdo migratorio, sí.
[El acuerdo] en dos sentidos: algo nunca visto entre México y Estados Unidos, es decir, no iba a ser solamente una decisión interna de ese país, sino algo acordado entre los dos gobiernos.
Hubiera sido un acuerdo imperfecto, como son todos los que se negocian entre gobiernos, [pero] hubiera sido algo muy distinto. Dos años después se dejó de hablar de un acuerdo y se empezó a hablar sólo de la reforma migratoria integral, ya sin que México tuviera vela en el entierro, por eso estamos en el desastre actual con los centroamericanos.
Ver qué le faltaba al TLC y qué se le podía agregar, hacia dónde podíamos ir en términos de institucionalizar, por ejemplo, los paneles de resolución de disputas, cosa que se hizo ahora en el T-MEC, más o menos.
En asuntos de mayores instrumentos de implementación de los llamados acuerdos laborales y ambientales del TLC, que eran muy débiles.
Tras 20 años, regresaron los talibanes al poder.
—Fue un error muy grave de Bush: haber transformado la misión norteamericana en Afganistán (…) Bush obtuvo el apoyo del mundo entero para invadir Afganistán, para capturar a Bin Laden y a los demás miembros de la célula de Al-Qaeda que estaban ahí en Tora Bora.
Cuando entra y pide a lo que queda de los talibanes que le entreguen a Bin Laden y ellos dicen que no y luego empieza a ser difícil capturarlo y se ve que se pudo fugar a Paquistán, Bush decide quedarse en Afganistán e impedir que nunca más se vuelva un santuario para ataques terroristas como los de Al-Qaeda, aunque muchas de las células habían sido destruidas. Entonces transforma una intervención o invasión de corto plazo, con objetivos muy circunscriptos en ciertas zonas, en una ocupación militar que llegó a tener más de 100 mil tropas ya en la época de [Barack] Obama y que duró 20 años.
Además, no contó con el apoyo del Congreso estadounidense y, sobre todo, cambió una misión factible por una inviable, que era modernizar u occidentalizar o democratizar, cada quien use el término que quiera, un país de la Edad Media, que tiene muchas virtudes por ser así y muchas contradicciones y una serie de valores occidentales, empezando por la situación de las mujeres.
Entonces, cuando Bush hace eso estaba condenándose a fracasar, y llega un momento en el que [Donald] Trump, por razones de política interna, muy mezquinas y muy miopes, pero de cierta sensibilidad política, dice: “A la chingada, yo ya me quiero ir de aquí ya, ya basta, ni un centavo más, ni un muerto más, ni un soldado más”.
Negocia con los talibanes, llega a un acuerdo y pone una fecha de retiro, pero luego Trump pierde la elección y el paquete se lo pasan a Biden y él decide: ‘bueno, pues ya lo negoció este cuate y yo siempre estuve en contra de la invasión de Afganistán, voy a cumplir con el acuerdo’.
Parece muy tragicómico, pero la realidad es que 20 años después esto era perfectamente previsible y también fue previsto por una gran cantidad de gente de Estados Unidos.
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