La Ley de Economía Circular aprobada por el Senado se traducirá, advierten microempresarios y especialistas, en un virtual “tiro de gracia” para cientos de miles de mexicanos y sus familias que viven del reciclaje.

Lo mismo adultos mayores que recogen plástico y latas en las calles para sobrevivir, chatarreros, pepenadores, trabajadores de limpia sin salario y recicladores, ya que tras la intención de “regularizarlos”, se busca que paguen impuestos sin ningún beneficio a cambio.

El marco legal impulsado por el PVEM y Morena, y que debe ser avalado aún por el pleno de la Cámara de Diputados, busca dar valor a los productos, materiales y recursos para que se mantengan vigentes dentro del ciclo económico durante el mayor tiempo posible, y así reducir al mínimo la generación de residuos, así como fomentar la creación de empresas dedicadas a esta actividad y regular el trabajo de alrededor de 2.5 millones de recolectores o pepenadores en el país.

“Nos quieren dar el tiro de gracia con esta nueva Ley de Economía Circular. Más que cuidar el ambiente o el destino de los residuos o la basura reciclable, en el fondo quieren entregar este negocio, de donde sobrevive mucha gente sin empleo, a grandes empresas y dejarnos fuera a los pequeños negocios de reciclaje”, dijo a EL UNIVERSAL Jorge Reyes Varela, propietario de un negocio de reciclaje en la colonia La Cebada, Xochimilco.

En el patio de su casa, en no más de 30 metros cuadrados, habilitó desde hace 50 años su negocio de compra, separación y venta de materiales como cartón, fierro, cobre, periódico, latas de aluminio y envases de PET, entre otros. De esa actividad se mantiene junto con sus hijos y recibe diariamente entre 70 y 100 personas que acuden a vender aluminio, PET, cartón o cualquier chachara que se pueda reciclar.

“No sólo somos nosotros, son miles de recicladoras pequeñas en la Ciudad de México y en el país. Son las personas que diariamente vienen a vender cartón, latas o botellas de refresco y que ganan en promedio por esas ventas entre 20 y 50 pesos al día para sobrevivir.

“Viven el día esas personas. Muchas ganan sólo 20 pesos o 50 por dos o tres kilos de PET o latas y eso es lo que tienen para comer al día. A esos y a nosotros es lo que nos quieren fregar. Incluso durante la pandemia, cientos de personas en esta zona se dedicaron a limpiar sus azoteas, sus patios para venir a vender botellas de vidrio, varillas, cartón, colchones o cualquier chachara para sobrevivir ante el desempleo y el hambre”, comentó.

Expuso que la nueva ley dice que reglamentará a toda esa gente: “Eso quiere decir, como se maneja el actual gobierno, es controlarlos, obligarlos a que paguen impuesto de las pocas ganancias que tienen. En su mayoría, quienes vienen aquí a vender son adultos mayores sin ingresos, personas sin empleo que se dedican a la pepena en las calles, jóvenes que tuvieron que dejar la escuela por falta de apoyo en la pandemia”, apuntó.

Tania Espinosa, directora de la organización Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (WIEGO) dijo que la Ley de Economía Circular es “muy general, muy ambigua”, en los términos para referirse a quienes participan en el sector, pues se refieren como “recicladores informales”, lo mismo a los pepenadores, trabajadores voluntarios de limpia y chatarreros.

Destacó que se trata de una ley llena de buenas intenciones, pero que no obliga a nada las grandes empresas en favor de los pepenadores, chatarreros o recicladores, porque son meras sugerencias, nada obligatorio para dotar de acciones de atención médica o inclusión social, cuando se trata de corporaciones o multinacionales que ganan millones con el tema del reciclaje.

“Lo más grave es el tema de la regularización, que es formalizar a estos millones de personas que realizan la pepena ante Hacienda, para cobrarles impuestos, lo cual es injusto porque en su mayoría son personas que realizan esta actividad para sobrevivir, que hacen una gran labor en favor del país, de la Ciudad de México y que los gobiernos se ahorran salarios, servicio médico, seguridad social”, apuntó.

Puso como ejemplo a los más de 10 mil trabajadores de limpia de la Ciudad de México que laboran como voluntarios, es decir, sin sueldo ni servicio médico ni prestaciones, los cuales laboran en los camiones de basura, a pie de calle, empujado los carritos, que sobreviven de propinas, sobre todo, de la basura que reciclan y que venden. Ahora, además de no pagarles, el gobierno quiere cobrarles impuestos. Es muy injusto”, subrayó.

“La ley no establece cuál es el porcentaje que se les va a cobrar, porque es grave. No hay certeza jurídica. Se debe decir que es mínimo. Es un trabajo de subsistencia, muy precaria. No hay ningun beneficio a cambio”, añadió.

Doña Joaquina, de 77 años, quedó viuda hace casi dos años. Su marido era albañil. La pensión del Bienestar “a veces llega cuando hay elecciones y por meses no depositan nada”. Ella tiene que pagar renta y sus medicinas, por lo que nunca le alcanza el dinero. Desde que inició la pandemia empezó a trabajar recogiendo latas, botellas de plástico y cartón en las calles de Villa Coapa.

“Camino cuatro o cinco horas al día. Hay veces que logró sacar hasta 40 pesos de en cartón o latas de cerveza. En días sólo 15 pesos, para comprar algo de comer. Así se me va la vida, buscándole entre la basura”, contó la mujer originaria de Veracruz, mientras jalaba un desvencijado carrito de mandado.

Asociaciones civiles indicaron que tan sólo en la Ciudad de México, esta nueva ley impactará a 100 mil trabajadores informales y sus familias que trabajan por pepenadores, recicladores y chatarreros en tiradores de basura, tianguis y pequeños negocios familiares, sobre todo en el oriente de la capital.

Empresas recicladoras calcularon que hay alrededor de 2.5 millones de personas que se dedican a esta actividad en México. Desde los que recogen en las calles PET y otros materiales para venderlos a intermediarios, hasta los que tienen camionetas y vocean por las calles para comprar cosas usadas, los que trabajan en los tiraderos de basura seleccionando los materiales y quienes como voluntarios en los servicios de limpia del país.

En el oriente de la Ciudad de México, en la colonia Renovación, Iztapalapa, está el epicentro del reciclaje en el país. Fue fundada por el Zar de la Basura, Rafael Gutiérrez, en lo que era un tiradero y desde hace más de 45 años. Ahora por lo menos 15 mil familias se dedican a la pepena, separación, limpieza y venta de productos y desperdicios.

La Reno, como la conocen, está conformada por 20 mil habitantes, casi todos ligados al negocio de la basura y el reciclaje. Adultos mayores, jóvenes, mujeres y hasta niños, con desarmador, martillo o mano limpia desbaratan en minutos computadoras, impresoras, queman cables para recuperar el cobre, separan toneladas de PET o aluminio, apilan colchones usados y venden en un tianguis cercano lo mismo juguetes que muebles de segundo uso.

Armando Martínez se dedica al reciclaje de computadoras y cable de cobre: “Tengo 15 años dedicado a esta actividad. Empecé cuando me corrieron de la empresa donde trabaja en mantenimiento de equipos de computación y me vine a vivir a Renovación, porque aquí llegan los camiones con todo lo que puede ser reciclado. Yo lo compró por tonelada, lo limpió, rescató componentes, pantallas, casi todos vienen de Estados Unidos”.

Indicó que la Ley de Economía Circular, “de la que poco se sabe, es seguramente un nuevo intento del gobierno por sacarnos de este negocio que sustento no sólo de esta colonia, sino de miles de trabajadores de limpia que no tienen salario y que su único ingreso es la venta de materiales reciclables”.

Así sobreviven, en este país en el que recolectan diariamente 86 mil 343 toneladas de residuos.

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