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Denise Dresser, académica del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), muestra su preocupación por la situación de la libertad de expresión en México. La politóloga indica que este es un derecho que siempre ha estado en riesgo; sin embargo, ahora parecería que desde el “púlpito presidencial” buscan cercenarlo.
“Estamos en un contexto de libertad amenazada, tristemente amenazada por el propio Presidente”, lamenta Denise Dresser, quien advierte que, de seguir así, la transformación que busca el presidente Andrés Manuel López Obrador será regresiva.
En entrevista con EL UNIVERSAL, vislumbra que el resto del sexenio será una lucha para preservar los espacios que ya habían sido ganados.
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¿Cómo estamos en materia de libertad de expresión?
—La libertad de expresión en México siempre ha estado en peligro por diferentes razones, pero se ha acentuado en tiempos recientes, porque parecería que desde el propio púlpito presidencial se busca cercenar la libertad de expresión.
Un Presidente que llegó al poder gracias a las libertades conquistadas por la transición electoral, ahora da muestra de una intolerancia y un ánimo persecutorio que son muy preocupantes.
¿Ha habido otro sexenio tan ríspido en la relación prensa-presidente?
—En el pasado existían otros métodos para colocar vallas alrededor de la libertad de expresión. En los tiempos autoritarios priistas se utilizaba el chayote.
Lo nuevo es que en tiempos supuestamente democráticos, un Presidente que se diga demócrata apele a recursos y estrategias asociadas con el pasado, a los viejos mecanismos. Pero también recurre a uno distinto y diferente: usar el púlpito presidencial para la arenga personal a revistas y periódicos.
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Él prometió respetar la libertad de expresión, ahora se le acusa de limitarla, ¿por qué ese cambio?
—Una cosa es estar en la oposición y ser crítico, y otra cosa es estar en el gobierno. Evidentemente no le gusta ser objeto de la crítica. No sé si el Presidente piensa que una forma de consolidar su base de apoyo es mantenerla en la arenga constante, en la identificación del enemigo, cuando México es mucho más que la división artificial entre los llamados chairos y fifís.
¿Se pone en riesgo la integridad de los periodistas?
—Las palabras sí importan, sobre todo las palabras que emite un Presidente al desplegar una actitud contra la libre expresión e identificar a los enemigos del gobierno. El Mandatario valida un discurso polarizante, estigmatizante y va creando “mini- AMLOS” dispuestos a amenazar, descalificar, esa violencia verbal podría traducirse en física.
Usted ha sido señalada por el Presidente, ¿eso le ha infundido cierto temor?
—No es temor, pero sí tristeza, desilusión. Me preocupa que un Presidente con tal legitimidad y respaldo popular viva en un mundo tan paranoico, donde sienta que el poder de mi pluma, de una editorial o una primera plana tengan la capacidad de poner en jaque a su gobierno, cuando no es así.
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Su nombre apareció en el supuesto grupo BOA, ¿qué opinión tiene de eso?
—Jamás había escuchado de este grupo, no pertenezco a ningún grupo, soy una escritora académica independiente, sin afiliación partidista que por afinidades políticas ha votado por López Obrador en las últimas tres elecciones presidenciales.
Ser opositor en democracia es un papel legítimo, no es ser golpista; es poder presentar una opinión crítica, escribir un texto en contra del gobierno. Jamás pensé vivir en un país donde el término oposición fuera cuestionable, inválido o ilegítimo.
Usted fue a una conferencia del Presidente para pedirle respeto a la libertad de expresión, ¿ve compromiso de que eso pase en el futuro?
—No veo el compromiso, no veo el cambio, es más, veo un exacerbamiento de las tendencias negativas que me motivaron a ir. El lenguaje del Presidente contra la prensa se vuelve cada vez más adversarial, se vuelve cada vez más incendiario, aquello que me impulsó a ir a pedir un compromiso presidencial tan sólo está subiendo de tono con implicaciones incluso peligrosas para el ejercicio del periodismo, estamos en un contexto de libertad amenazada, tristemente, por el propio Presidente.
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¿Cuál es el panorama que usted ve a futuro?
—Es un panorama en el que tendremos que seguir luchando por los espacios que ya habíamos conquistado y tratar de ampliarlos, de usar una pedagogía democrática para educar al Presidente sobre cómo funciona la democracia, porque parecería que está dispuesto a irlos minando en aras de una transformación que, de seguir así, será regresiva.