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El diálogo con grupos del crimen organizado es un tema que debe ser abordado en los foros de pacificación, con el fin de encontrar herramientas que contribuyan a la disminución de la violencia, afirmó Salvador Rangel, obispo de Chilpancingo-Chilapa.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el prelado señaló que el diálogo “es una ley de oro”, la cual debe anteponerse para conocer los motivos por los que una persona, incluso los criminales, actúan de determinada manera. Consideró que al escuchar a todos se “desinflama” una bomba de tiempo y ello favorece a la construcción de la paz.
“Siempre ha sido una ley de oro el diálogo, conocer por qué una persona actúa de cierta manera, hay una causa. Por qué no también preguntarles a estos señores del crimen las razones por las que actúan así. Escuchar, saber el porqué de las actitudes de otras personas, esto ayuda mucho, yo siempre he hablado del diálogo, de escuchar a los demás y es simplemente escuchar esta bomba de tiempo que se va desinflamando”, dijo.
Destacó que ante la falta de oportunidades para estudiar y trabajar, los jóvenes se ven orillados a involucrarse en grupos delictivos, pero se debe a que no encontraron otras alternativas de vida. El obispo de Chilpancingo-Chilapa dijo que se deben dar opciones de desarrollo a los jóvenes para evitar su incursión en actividades criminales.
¿El diálogo con los grupos criminales debe estar en la mesa de los foros de pacificación?
—Sí, ante todo dialogar, sería una cosa muy importante tratar de ver las oportunidades que hay. ¿Cuántos jóvenes no tienen trabajo, no tienen estudios? ¿A dónde se les orilla? He hablado con algunos capos del narco y me dicen: “No me gusta esta vida y esta vida no la quiero para mis hijos”. Muchos de ellos incluso los tienen estudiando en el extranjero.
¿Qué propuestas deberían incluirse en los foros para la paz organizados por AMLO?
—Primero hay que preguntarnos el por qué esta situación, cuál es el origen, dicen que todo efecto tiene una causa. Es la cuestión de la inseguridad, la falta de oportunidades de trabajo, de educación, la infraestructura que no existe en muchos lugares y también que no hay fuentes de trabajo. Si se avanzara en esto, mucha gente dejaría de delinquir, pero para muchos no hay otra salida, sino esto, y yo creo que son los orígenes y tampoco [se debe] aflojar la cuestión de la educación, porque uno va obrando de acuerdo a lo que tiene en la cabeza y en el corazón.
¿Cómo alimentar la propuesta de la amnistía?
—Es una herramienta más, un instrumento más para pacificar al país. A estos campesinos que siembran amapola no se les puede condenar si es la única manera que tienen de sobrevivir. ¿Por qué criminalizarlos?
Yo creo que tienen derecho a una amnistía, siempre hablo de una amnistía restringida. A otros campesinos, indígenas que los obligan a sembrar, creo que también tienen derecho a una amnistía, no se trata de una general para todo mundo, sino para aquellos que quieran corregir sus vidas. Vale la pena ayudarles a esta personas, por lo menos con las leyes.
¿Cómo ha funcionado el diálogo con los grupos criminales en la diócesis de Chilpancingo?
—Sí he visto cosas positivas, es clásico cómo a veces han cortado el agua, la luz, en algunas comunidades han quitado la gasolina. Se dialoga con ellos y se logra restablecer. En otros casos han habido secuestros y se logra hablar con estas personas. Ya hemos logrado que algunas sean liberadas.
En un caso en la zona de Chilapa estamos tratando de pacificar, dejar que haya tanto crimen y creo que poco a poco se va logrando esto, pero dialogando, por ejemplo, cuántas veces han detenido el transporte y también, con base en el diálogo con esas personalidades, han permitido que se continúe el transporte.
Ahora en las campañas varios candidatos vinieron a pedirme que hablara con los capos para que los dejaran hacer su política para la elección y gracias a eso en el territorio no hubo políticos asesinados, son hechos concretos [a los] que ayudan al diálogo, la relación, a evitar muertes.
¿Cómo dar impulso a esta propuesta de entablar un diálogo con el crimen organizado?
—Que el gobierno, las autoridades tuvieran esa sabiduría, esa humildad de poder dialogar con esas personas. Porque ellos dicen: ‘La ley no se negocia’. Estoy de acuerdo, pero las leyes —yo siempre les pongo el ejemplo de Jesús— él dijo que las leyes estaban para el hombre y no el hombre para las leyes.
Las leyes no deben esclavizar a la persona, sino deben hacerla libre. En ese sentido, las leyes también se tienen que adecuar y servir en favor del progreso, de la concordia y de la tranquilidad.
¿De qué manera en este nuevo gobierno debe atacarse el problema de la violencia?
—Con el diálogo, una ley de amnistía restringida, dar oportunidades a los jóvenes, que estudien, que tengan un trabajo, darles mas infraestructura, polos de desarrollo en los lugares más desfavorecidos, creo que todo eso nos ayuda a pacificar México.
¿Cómo sigue el trabajo que ha realizado en sus diócesis al dialogar con grupos criminales?
Uno pone lo que está de su parte para tratar de pacificar estas tierras, yo trato de hablar con un grupo y con otro, ponen sus condiciones y a veces las cumplen, a veces no, la tarea se está haciendo. Dios quiera que poco a poco se empiece a pacificar Guerrero, sobre todo lo que me toca a mí en la diócesis.
¿Qué propuestas deberían incluirse en los foros para la paz?
Preguntarnos: “¿Por qué esta situación? ¿Cuál es el origen?”, dicen que todo efecto tiene una causa, es la cuestión de la inseguridad, la falta de oportunidades de trabajo, educación, la infraestructura que no existe en muchos lugares y también que no hay fuentes de trabajo; si se avanzara en esto, mucha gente dejaría de delinquir, pero para muchos no hay otra salida, sino esto. Y creo que son los orígenes y tampoco aflojar la cuestión de la educación porque uno va obrando de acuerdo con lo que tiene en la cabeza y en el corazón.