Gracias a los diagnósticos socioemocionales que se realizan al inicio de cada ciclo escolar en la Escuela Secundaria 301 Guillermo Haro, el año pasado se identificó a una adolescente de 14 años que enfrentaba bulimia, a la que se le canalizó a una institución especializada en ese tipo de trastornos alimenticios, cuenta la sicóloga Ana García, responsable de la a Unidad de Educación Especial y Educación Inclusiva (Udeii) en ese plantel, que tiene 356 alumnos.

“En la escuela aplicamos un diagnóstico para ver cómo regresan nuestras niñas y niños, y para conocer el lado socioemocional, aplicamos el Test del Árbol. En este ciclo escolar, los niños regresaron entusiastas por comenzar este ciclo de manera presencial, pero vemos que aún se necesita trabajar lo que es la parte de integración, por lo que se necesita fortalecer el trabajo en equipo”, explica.

Expone que a partir de los resultados del diagnóstico que aplican a cada uno de los estudiantes, se realiza un plan de intervención para diseñar estrategias: “Generalmente realizamos actividades para que las niñas y los niños se puedan integrar.

“Se trabaja con lo socioemocional para que ellos identifiquen sus emociones, cómo se sienten, trabajar con la autoestima, porque necesitamos estar bien nosotros mismos para sentirnos bien con los demás”, explica la especialista.

Expone que a través del diagnóstico se han encontrado cuadros de depresión, “porque ellos identifican mediante ciertas figuras a través de un árbol, pero no podemos hablar de que es una mayoría, sino de casos muy específicos. En este caso, estamos hablando de cuatro alumnos en toda la secundaria”.

Explica que entre los maestros existen señales de alerta que revelan cuando un estudiante no tiene salud socioemocional.

“Podemos detectar algunas señales cuando, por ejemplo, el alumno está aislado, cuando no se integra con sus compañeros, cuando no participa en clase o cuando es demasiado tímido”.

La maestra Claudia Fernández explica que en esa escuela secundaria se imparten clases de socioemocional en todos los grupos cada 15 días, “para que los estudiantes puedan sentir ese apoyo y logren identificar y manejar sus emociones de la mejor manera”.

Menciona que en esa clase se realizan diferentes actividades, como dibujar, escribir para que a través de esto los alumnos identifiquen la emoción que están sintiendo para después realizar otra actividad para ir bajando, por ejemplo, el enojo.

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