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El despliegue de la Guardia Nacional en las fronteras es una solución fallida para frenar la migración, afirmó la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
A través de un mensaje, la Dimensión Episcopal de Pastoral de Movilidad Humana de la CEM acusó que México no tiene una política migratoria efectiva, por lo que “se ha sometido a los criterios e imposiciones del gobierno norteamericano aceptando la incoherencia de unir negocios con el derecho y la necesidad de migrar”.
Indicó que es urgente una política migratoria justa que garantice una movilización ordenada, regulada y libre tránsito de personas, pero que al mismo tiempo vele por los “intereses legítimos” de la nación.
La división del Episcopado Mexicano dijo estar consciente de la necesidad de tomar decisiones “valientes” para evitar la imposición de aranceles, pero “no en detrimento de la soberanía nacional, la dignidad y el respeto a los derechos humanos de los migrantes”.
“Los muros no solo se construyen con piedras y ladrillos, sino también con actitudes negativas como el despliegue de miles de efectivos de la Guardia Nacional en nuestras fronteras como una solución fallida para frenar la migración; un muro no atiende a la raíz y a las verdaderas causas del fenómeno migratorio”, subrayó.
El mensaje firmado por José Guadalupe Torres Campos , obispo de Ciudad Juárez y responsable de la dimensión de Movilidad Humana, así como por Alfonso Miranda Guardiola, secretario general de la CEM, refiere que la migración tiene su origen en la pobreza, violencia y falta de oportunidades para la creación de empleos.
El Episcopado Mexicano destacó que miles de migrantes están esperando cruzar a Estados Unidos para huir de la violencia y la miseria en sus países de origen; mientras que otros tantos son detenidos y deportados a México, donde esperarán una resolución de su situació́n migratoria.
“Los migrantes están expuestos a graves riesgos en las ciudades fronterizas impidiendo su pleno y libre acceso a la asistencia legal. Como miembros de la familia humana no podemos ser indiferentes al dolor que muchos de ellos viven y que reclama nuestra ayuda humanitaria y el respeto irrestricto a sus derechos humanos”, señaló.
Ante esta situación, el órgano que reúne a los más de 100 obispos del país resaltó la necesidad de fortalecer la colaboración con obispos mexicanos y norteamericanos a fin de proteger los derechos humanos de esta población.
“Pedimos al Espíritu Santo que ilumine a las autoridades civiles de nuestras naciones para que tomen las decisiones más sabias, dignas, coherentes y auténticamente benéficas para nuestros pueblos, así como para velar por la soberanía de nuestra nación anteponiendo el bien común del hombre como signo de desarrollo humano, madurez e inteligencia”, expresó.
ed