La CNTE despertó. Fue el segundo encontronazo entre el magisterio disidente y el presidente Andrés Manuel López Obrador desde el pasado 27 de agosto de 2021, cuando por primera vez, en Chiapas, retuvieron al Mandatario a bordo de su camioneta antes de iniciar la mañanera.

Ayer, una hora antes de su conferencia matutina, el músculo de la Sección 22 de Oaxaca sorprendió y se hizo presente en Palacio Nacional, donde midió fuerzas con policías de la Ciudad de México que resguardaban el acceso. Maestros de la Coordinadora quitaron las vallas metálicas que protegen la sede del gobierno federal y se apostaron a menos de un metro de las puertas Mariana, Central y de Honor para intentar entregar su pliego petitorio.

Con las manos golpearon la puerta Mariana como quien toca con el enojo y la rabia de una promesa incumplida.

En el interior de Palacio Nacional se activaron los protocolos de seguridad: policías militares atrancaron la puerta con tres estructuras metálicas, como una pirámide, para evitar que la abrieran, mientras que en el exterior los policías intentaban replegar a los maestros disidentes con equipos antimotines.

En un primer momento, de acuerdo con los testimonios de los maestros, al verse rebasados en número los elementos de la policía capitalina les lanzaron cohetones y gas pimienta.

“¡Solución, solución, no queremos represión!”, “¿por eso voté por ti, Andrés?, ¿no que abrazos y no balazos?”, coreaban los maestros al verse rebasados con la llegada de más elementos de la policía capitalina y del agrupamiento Zorros.

Una maestra de la región Valles, de baja estatura, pero de gran voz, reclamó al titular del Ejecutivo: “¡Cabecita de algodón, aquí está tu plantón!”.

Otro profesor le decía a un compañero: “¿A poco no ya hacía falta? Para que vean que con la 22 no se juega”.

En ese mismo grupo, Sósimo, un profesor de la Costa, recordó que en 2013 fueron reprimidos por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (PRI) cuando se opusieron a la reforma educativa y luego de estar en plantón por casi seis meses en el Zócalo fueron desalojados a golpes por la extinta Policía Federal.

En la puerta central de Palacio Nacional los maestros enfilaron una camioneta blanca, con la cual transportaban su equipo de sonido, a menos de dos metros, como apuntando a la entrada. “Lo que pedimos es que la puerta se abra y se nos dé la atención”, recalcó un maestro por el altavoz, mientras otros golpeaban la puerta.

Los activistas acusaron que los policías le poncharon las llantas al vehículo para que no avanzara, que golpearon al conductor y robaron una mochila.

Tras 30 minutos de empujones y consignas, una comisión de 10 maestros entró a Palacio Nacional para exigir al gobierno que elimine la iniciativa para desaparecer la Dirección de Educación Indígena porque, dijeron, afecta sus derechos laborales.

Desde la mañanera el Presidente minimizó la protesta al señalar que ya estaban atendiendo a los maestros y dedicó una parte de la conferencia a defender al magisterio disidente de los insultos, dijo, del empresario Claudio X. González.

“También los entiendo, ellos no pueden ser gobiernistas, aun cuando tengan simpatías. La mayoría, sobre todo las bases, simpatizan con nuestro movimiento, pero ni modo que ya se acabe su movimiento. No, tienen que mantenerse y nunca van a ser reprimidos. Nunca, jamás la represión, eso ya se acabó”, dijo.

La CNTE despertó. Volvió a salir a las calles y usó su movilización como instrumento de “presión política” contra el gobierno del presidente López Obrador.

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