En el pleno de la Cámara de Diputados había silencio. Los legisladores de todas las bancadas dejaron de lado los empujones y gritos de las últimas sesiones, eran correctos para rendirle homenaje a un político integrante de la Cuarta Transformación.

Por la puerta principal de acceso al salón de plenos, ocho personas cargaban un ataúd de madera, su brillo resaltaba por la gran alfombra verde del pleno. En su interior venía el cuerpo del diputado de Morena Maximiliano Ruiz Arias, quien falleció el pasado lunes a causa de cáncer.

Por primera vez en la historia de la Cámara de Diputados, las bancadas permitieron hacerle un homenaje de cuerpo presente a un mexicano en el salón de plenos y con todos los honores.

Las ocho personas descendían lentamente por el pasillo principal del pleno, ante los aplausos de los morenistas. El ataúd con los restos mortales de Max, como le decían sus compañeros, fue colocado frente.

El ataúd fue envuelto con la Bandera de México. Tres arreglos de rosas blancas lo adornaban, había dos grandes fotografías del diputado de Mazatlán, Sinaloa.

Ruiz Arias fue ingeniero eléctrico y locutor del programa Cuenta Regresiva en Sinaloa. En 2015 incursionó en la política, se hizo miembro de Morena y apoyó el proyecto de Andrés Manuel López Obrador.

En la página de internet de la Cámara de Diputados hay datos encontrados sobre el número de iniciativas que presentó el sinaloense, pues en la Gaceta Parlamentaria da cuenta de cuatro, todas relacionadas con la pesca y la acuacultura, y en el sitio de su perfil describe sólo dos.

Ruiz Arias fue presidente de la Comisión de Pesca de la Cámara de Diputados y en su honor el pleno de San Lázaro le aprobó una de sus iniciativas que presentó por la vía del fasttrack. El proyecto era para modificar la fracción XV del artículo segundo de la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables para que el gobierno federal considere como actividades primarias esas actividades.

En su honor, los diputados votaron por unanimidad el dictamen con 433 votos, y lo enviaron al Senado para su análisis y discusión.

Uno de los momentos de mayor controversia de Ruiz Arias fue cuando se convirtió en uno de los principales promotores para que acudiera la Banda El Recodo de don Cruz Lizárraga a la Cámara de Diputados y le entregaran un reconocimiento.

En primera instancia sí estaba contemplado un concierto, pero después se desvaneció esta idea, cuando los legisladores no querían que se interpretara que con un concierto cerrarían el segundo periodo ordinario de la Cuarta Transformación.

Durante el homenaje a Max en el pleno se guardó un minuto de silencio en su memoria. Las distintas fracciones montaron guardias de honor para despedirlo.

Mario Delgado, quien fuera su coordinador, lo describió como un entrañable amigo y compañero, un extraordinario ser humano que desarrolló un nivel de conciencia superior y le compartió sus condolencias a su viuda Lorena Tamayo, y a sus hijos Catlin, Maxim, Maximiliano, Eloy, Uriel e Isaac.

“Te recordaremos siempre Max. No le fallaste a la Cuarta Transformación”, dijo Delgado Carrillo desde la tribuna del pleno.

Fue el día en que se le dio el adiós a un legislador de la Cuarta Transformación en el pleno de San Lázaro con los máximos honores, lo que a otros legisladores no les ha tocado, como el 9 de abril de 2012, cuando al entonces diputado del PRD, Juventino Castro y Castro, exministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se le rindió un homenaje de cuerpo presente, pero en el lobby.

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