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“¡Mi amor, aquí estoy, te amo!”, le grita Yessica Mora mientras agita los brazos en señal de saludo desde un puente peatonal en Circuito Interior a su marido, quien es paciente Covid y recibe atención en el Centro Médico La Raza.
Al otro extremo, detrás de una ventana apenas y se alcanza a ver a Carlos Ventura, el esposo de Yessica, pero la mujer asegura que para los dos es una “bendición” poder estar juntos aunque sea de esa manera.
“Él salía a trabajar. No nos dieron permiso de faltar y tenía que trabajar, tenía contacto con muchas personas y cuando llegó a casa se empezó a sentir mal, la respiración fue lo que más le faltó”, dice la mujer.
Una vez que Carlos presentó los primeros síntomas de la enfermedad, la pareja dudó en ir a un hospital por temor a morir, pero a seis días de ser internado, Yessica afirma que le han brindado la mejor atención.
“Se dicen muchas cosas. Yo venía con miedo de dejarlo, porque se dice que los matan o cosas así y no es cierto. Depende también de que uno se dé cuenta a tiempo y vengas al hospital a tiempo, porque mucha gente ya viene grave. Los médicos hacen su labor, es un proceso y todos los cuerpos son diferentes; entonces, yo le diría a la gente que no se deje guiar por lo que se dice, lo que he vivido aquí es muy bueno, está superbién atendido y aparte ha evolucionado favorablemente”, dice.
Todos los días, entre las 12:00 y 14:00 horas, Yessica llega a La Raza para recibir el informe médico de su esposo. En una visita se percató de que otros familiares subían al puente peatonal y hacían señas con las manos; la curiosidad hizo que subiera las escaleras y se diera cuenta de que desde ahí saludaban a pacientes con Covid.
“Vi que los muchachos se subían, entonces subí y vi a mi familiar. Me reconforta porque no los vemos, no nos dejan pasar obviamente por seguridad de nosotros. Nos llevamos por el reporte y a veces hay quienes humanamente los dejan hablar por teléfono para saber que están bien o nos marcan las trabajadoras sociales para decirnos que están bien”, comenta.
Viajar todos los días desde el Estado de México vale la pena para Yessica. “A mí me reconforta y creo que él siente bonito, porque ha de decir que estoy al pendiente de que está bien y que gracias a Dios va a salir, porque estuvo muy malito”, afirma.
Claudia también saluda y le manda abrazos a su papá, José Vargas, quien tiene 84 años y está internado por Covid-19.
“Visito a mi papá, tiene 24 días aquí, pero no requirió intubación. Él entró por una oclusión intestinal al General de La Raza, lo dan de alta y a los dos días presenta temperatura; después de andar en un hospital y otro, regresamos aquí a Infectología; lo recibieron, le hicieron la prueba y era positivo, y así es como se contagió”.
Claudia supo que podía saludar a su papá desde el puente gracias a un médico, quien le informó que la cama de su familiar estaba cerca de la ventana.
“El doctor me dice que está cerca de la ventana y que para ellos como pacientes es importante que nosotros estemos aquí. Desde que el doctor me dice que está en la ventana yo vengo todos los días”, asegura.