Más Información
Ellos son los 7 funcionarios del Edomex detenidos en Operativo Enjambre; uno más se quitó la vida en aprehensión
Patricia Aguayo, vocera de trabajadores del PJ, se postulará como magistrada; verificará que no haya “mano negra”
PAN oficializa en Senado la desincorporación de Yunes Márquez; Mesa Directiva seguirá con el trámite
“¡Mi amor, aquí estoy, te amo!”, le grita Yessica Mora mientras agita los brazos en señal de saludo desde un puente peatonal en Circuito Interior a su marido, quien es paciente Covid y recibe atención en el Centro Médico La Raza.
Al otro extremo, detrás de una ventana apenas y se alcanza a ver a Carlos Ventura, el esposo de Yessica, pero la mujer asegura que para los dos es una “bendición” poder estar juntos aunque sea de esa manera.
“Él salía a trabajar. No nos dieron permiso de faltar y tenía que trabajar, tenía contacto con muchas personas y cuando llegó a casa se empezó a sentir mal, la respiración fue lo que más le faltó”, dice la mujer.
Una vez que Carlos presentó los primeros síntomas de la enfermedad, la pareja dudó en ir a un hospital por temor a morir, pero a seis días de ser internado, Yessica afirma que le han brindado la mejor atención.
“Se dicen muchas cosas. Yo venía con miedo de dejarlo, porque se dice que los matan o cosas así y no es cierto. Depende también de que uno se dé cuenta a tiempo y vengas al hospital a tiempo, porque mucha gente ya viene grave. Los médicos hacen su labor, es un proceso y todos los cuerpos son diferentes; entonces, yo le diría a la gente que no se deje guiar por lo que se dice, lo que he vivido aquí es muy bueno, está superbién atendido y aparte ha evolucionado favorablemente”, dice.
Todos los días, entre las 12:00 y 14:00 horas, Yessica llega a La Raza para recibir el informe médico de su esposo. En una visita se percató de que otros familiares subían al puente peatonal y hacían señas con las manos; la curiosidad hizo que subiera las escaleras y se diera cuenta de que desde ahí saludaban a pacientes con Covid.
“Vi que los muchachos se subían, entonces subí y vi a mi familiar. Me reconforta porque no los vemos, no nos dejan pasar obviamente por seguridad de nosotros. Nos llevamos por el reporte y a veces hay quienes humanamente los dejan hablar por teléfono para saber que están bien o nos marcan las trabajadoras sociales para decirnos que están bien”, comenta.
Viajar todos los días desde el Estado de México vale la pena para Yessica. “A mí me reconforta y creo que él siente bonito, porque ha de decir que estoy al pendiente de que está bien y que gracias a Dios va a salir, porque estuvo muy malito”, afirma.
Claudia también saluda y le manda abrazos a su papá, José Vargas, quien tiene 84 años y está internado por Covid-19.
“Visito a mi papá, tiene 24 días aquí, pero no requirió intubación. Él entró por una oclusión intestinal al General de La Raza, lo dan de alta y a los dos días presenta temperatura; después de andar en un hospital y otro, regresamos aquí a Infectología; lo recibieron, le hicieron la prueba y era positivo, y así es como se contagió”.
Claudia supo que podía saludar a su papá desde el puente gracias a un médico, quien le informó que la cama de su familiar estaba cerca de la ventana.
“El doctor me dice que está cerca de la ventana y que para ellos como pacientes es importante que nosotros estemos aquí. Desde que el doctor me dice que está en la ventana yo vengo todos los días”, asegura.