En febrero de 2020, Iris Cortés encontró trabajo como asistente en una fundación, pero debido a la pandemia de Covid-19 postergaron su contratación. Semanas después le informaron que no podría incorporarse al puesto.
Conforme pasaron los meses y ante la gravedad de la crisis sanitaria, Iris decidió no buscar empleo y cuidar a su hija Suri, de ocho años, ya que con las clases a distancia que implementaron las autoridades le era imposible dejar a la niña sola.
“Cuando comenzó la pandemia creí que sería algo rápido. Ya que avisaron que habría clases a distancia, movió todos mis planes laborales, ya que no hay quien cuide a mi hija en la casa, menos para estar con la clases a distancia”, explica.
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Iris cuenta que iniciar con la educación en línea fue difícil porque no estaban preparados ni ella ni César, su esposo, y menos su hija: “Cambió todo en mi rutina. La maestra empezó a dejar mucha tarea, luego dejaban las clases que pasaban en televisión y estaban mal estructuradas o mi hija no quería verlas.
“Además, esa modalidad quita más tiempo porque uno es el que hace todo: estar en clase y hacer las tareas”, dice.
Iris estudia su primer año en la carrera de Sicología. Sus clases son en línea, lo que le permitió adaptarse a esta nueva forma de vida. Cuenta que poco a poco se fueron acostumbrando a esa nueva modalidad escolar.
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“Ahora, con mi hija ya me adapté, tenemos un horario para tomar clases y hacer tareas.
“Ella sabe que cuando me toca a mí tomar clase, ella puede jugar; cuando termino, es su horario de hacer tarea. Ahora así nos alternamos, digamos, en nuestra nueva normalidad”, concluye.