Por tres años, más de cien plantas de marihuana sembradas por el Movimiento Cannábico Mexicano (MCM) amurallaron la Puerta 1 del Senado de la República en protesta contra la criminalización de la yerba; hoy, el denominado Plantón 420 se retira para luchar desde otras vías, pues su estancia dejó de incomodar a las autoridades y atrajo a narcomenudistas que no abonan a la aprobación legal del consumo.

Desde el 4 de febrero de 2020, organizaciones que se derivan del MCM y consumidores que visitaron el campamento prendieron los toques necesarios para envolver con humo y el inconfundible olor del cannabis en las inmediaciones de la Plaza Luis Pasteur, a modo de presión para que los integrantes de la Cámara Alta legalizaran su uso.

Sin embargo, esta actividad dejó de impactar a los legisladores, quienes normalizaron la protesta y designaron este espacio como un placebo para que los consumidores consideren que están ejerciendo un derecho que aún no se asienta en la Constitución: el libre uso de la yerba.

“Lo legal es darse las tres: una para el Padre, la segunda para el Hijo y la tercera para el Espíritu Santo, ¿a poco no? Y ni con eso se excede la cantidad que se establece en la portación de ley”, dijo José Trejo a EL UNIVERSAL.

El hombre de 67 años afirmó que fuma marihuana desde que era adolescente.

“Así como me ve de marihuano me dedico a las leyes, le sé a los números, me gusta la estadística y con un jaloncito hacía mejor mi trabajo. Cuarenta años duré en una empresa y no lastimé a nadie con mi gusto, que es menos dañino que el alcohol”, cuenta mientras enciende su gallito.

Don José forja sus propios cigarros de marihuana y los guarda en una cajetilla de tabaco convencional para que la policía no sospeche lo que porta y consume mientras camina por Paseo de la Reforma.

Para él, es un ritual acudir a la plaza. Se viste de traje, se pone su sombrero cordobés, joyas, bolea sus zapatos y llega al único lugar donde no es juzgado por usar la planta que, en otra de sus presentaciones, le ha quitado el dolor crónico de rodillas que padece.

El señor Trejo dice conocer bien los cuatro ejes de lucha que los defensores de la yerba persiguen, los cuales son: un trato digno para el consumidor, la no criminalización de quien posee marihuana, el consumo seguro y tolerado con un trato igualitario como el de los fumadores de tabaco y, los cultivos individuales, privados y sin límite para uso personal.

Pero José no está de acuerdo con el espacio en que se ha convertido el plantón: un punto donde se congregan narcomenudistas, que también ofrecen piedra, cuadros, tachas, cocaína y otras drogas más fuertes.

Así como él, los colectivos que instalaron el espacio y otras organizaciones que promueven el uso responsable de la yerba consideran que se ha vuelto un lugar que vulnera tanto a los defensores como a la campaña, por lo que sostenerlo frente a la poca probabilidad de la regulación de la marihuana en el resto del sexenio expone su seguridad.

“Seguiremos resistiendo y peleando desde otros lugares, con otras acciones que nos favorezcan, pero sobre todo que garanticen un consumo seguro para quienes consumimos”, señaló al respecto Rebeca Guadarrama, líder del colectivo Disfruta el Trip.

Hace dos años, la activista formó este grupo con el objetivo de informar a los usuarios sobre las vías legales de consumir la planta, ofrecer productos medicinales y vender repostería y dulces con microdosis de cannabis.

Conscientes de que fuera de la plaza el consumo de marihuana amerita una acción penal, promueven una lista de seguimiento a usuarios donde se registra nombre, número de teléfono y datos personales para rastrearlos en caso de detención.

En contraste, decenas de distribuidores ofrecen drogas duras a quienes llegan al Plantón 420 en busca de una dosis de cannabis para sentarse a inhalarla de forma recreativa.

“Güerita, si no quieres mota, tengo piedras, cuadros… te doy precio”, comentan a los transeúntes al tiempo que muestran el contenido dentro de sus mariconeras o mochilas, bajo la vista de desaprobación de algunos.

Luego del anuncio de su retirada, la red de Defensores 420 informó que algunos grupos de promoción del uso lúdico y medicinal permanecerán en el parque para crear un espacio cultural donde continuarán con su labor.

Pese a ello, los defensores se deslindaron del lugar y los actos que puedan ocurrir dentro y alrededor del mismo luego de su partida.

“Sería una pena que lo ganado con ayuda de algunos legisladores, consumidores y defensores se nos vaya de las manos, pero es importante que los que disfrutamos de la poderosa saquemos la casta por el consumo legal”, planteó Alejandro Urbina mientras se comía un Pelón Pelo Rico adicionado con marihuana.

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