En la regresan el llanto y el drama para decenas de personas; algunas viven el dolor por la muerte de los suyos y otros porque la pandemia ha alcanzado su hogar y ahora pasan momentos difíciles.

A las puertas del Hospital General de Zona (HGZ) 1-A Dr. Rodolfo Antonio de Mucha Macías, conocido como el Hospital de los “Venados”, en la Ciudad de México, hay gritos que impactan... el llanto por el dolor de perder a un ser querido se hace presente.

“¡No, no! ¿Por qué?”, se escuchan los lamentos de algunos familiares después de recibir informes en este hospital para decirles que su ser querido ha fallecido.

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La tranquilidad que hace unos meses se vivió en este lugar, cuando la pandemia de había disminuido, se rompe con nuevos fallecimientos y contagios a causa del virus.

La constante llegada de ambulancias vuelve a ser común en su rampa, así como de autos particulares con pacientes contagiados, lo que hace recordar lo que en los meses de saturación se vivió en este hospital.

De nuevo, los gritos de dolor en hospitales
De nuevo, los gritos de dolor en hospitales

En el área de espera de los familiares el ambiente es sombrío. El dolor ajeno se disimula con cabezas inclinadas y miradas ancladas al piso. Cada quien usa el cubrebocas como medida para sentirse protegido, para no contagiar o evitar el contagio.

Como la mirada que expresa Karen, quien desde el día de ayer en la noche espera informes de su hermana, Valeria, de 26 años, que ingresó a este hospital por complicaciones de asma y Covid-19 que recién adquirió.

“Es horrible ver esto. Saber que a tu familiar puede pasarle lo mismo es muy feo, porque entran y te hacen firmar una hoja por si tienen que intubarlos para salvarles la vida, pero a veces no pueden los doctores. En lo que va de la mañana hasta esta hora, las dos de la tarde, van tres personas que veo que fallecen”, explica.

La hermana de Karen no es la única contagiada en su familia, pues seis más han adquirido el virus; sin embargo, debido a las complicaciones que provocó el asma en su hermana la trasladaron a este hospital. No obstante, ella espera con tranquilidad noticias positivas.

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“En mi casa todos están contagiados de Covid: mi mamá, mi papá y mis hermanos. Yo también tuve, al principio. En mi último examen ya no salí con carga positiva, por eso estoy aquí; además, soy la única que puede salir. Todavía me siento mal, como con secuelas, cansada, pero tengo que saber de mi hermana y avisarles a mis papás para que no se preocupen más”, explica.

A la familia de Karen, residente de la alcaldía Iztapalapa, no sólo el Covid la ha lastimado físicamente, sino también en lo económico, pues debido al contagio ninguno puede trabajar, sólo su esposo, quien gana el sueldo mínimo y no puede solventar todos los gastos, así que en ocasiones reciben ayuda de vecinos.

“Tengo fe en que mi hermana saldrá bien; es muy sana, no fuma, ni toma, sólo por el asma es que se le complicó esto. Me dijeron en la clínica que la atendieron en Iztapalapa que la tenía que traer aquí porque necesitaba oxígeno en mi casa y no lo puedo comprar porque con el poco dinero que tenemos compramos medicina o comida, ahorita no podemos más”, concluye.

En este hospital el duelo y el dolor comparten espacio. La incertidumbre en las miradas se acrecienta más con cada arribo de ambulancias.

En ellas ya no hay tantos adultos mayores como en la primera y segunda olas, sino jóvenes de entre 20 y 40 años.