"Dance macabre" fue la última melodía que Ghost tocó el 3 de marzo de 2020 en el Palacio de los Deportes. Junto a 60 mil personas, Adriana Meneses y su esposo Carlos Hernández la corearon: “Just wanna be. I wanna be witch you all night”. Tras el concierto fueron a cenar y ya en su hogar, en el Estado de México, el hombre de 41 años sintió dolor muscular y mucho cansancio; 15 días después se convirtió en el primer muerto por Covid-19 en México.
A un año del deceso de su esposo, Adriana no lo asimila, no entiende cómo la enfermedad avanzó tan rápido, hace un año estaba convencida de que Carlos se contagió en el concierto de la banda sueca, pero ahora cree que cuando asistieron al evento él ya tenía al virus en su cuerpo.
“Disfrutamos todo el concierto porque es un grupo que nos gustaba a los dos, fue muy bueno. Ahora, al escuchar a ese grupo, desgraciadamente me remite a la última vez que estuve departiendo con él, ese día salimos, fuimos a cenar, llegamos a casa, estuvimos charlando, vimos los videos que grabamos, obviamente me remite a él. Todavía no entiendo, no lo sopeso, aún no me llega bien a la cabeza lo que pasó, tan rápido, tan triste, tan difícil que no puedo expresarme”, compartió con EL UNIVERSAL.
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El 4 de marzo, Carlos siguió con los dolores musculares, articulares, a la semana presentó fiebre y en una visita a un médico particular detectaron que tenía oxigenación baja; en el país apenas se habían diagnosticado los primeros contagios de coronavirus, por lo que la pareja no creyó que las dolencias fueran resultado del SARS-CoV-2.
El 15 de marzo, su médico de cabecera los envió al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), lo ingresaron por una neumonía grave y por la insuficiencia de oxigenación, la respuesta médica fue intubarlo.
“Duró tres días internado, en los cuales se fue agravando, pero la prueba para confirmarnos Covid-19 tardó mucho. En el hospital lo estaban tratando por una fuerte neumonía, fue sedado inmediatamente porque ya tenía niveles bajos de oxigenación, después de eso, pues ya no supo, ni nosotros, no nos dieron otro diagnóstico, por protocolo le hicieron una prueba de Covid-19, la cual salió positiva”.
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Mientras Carlos era atendido por Covid y ya con una insuficiencia renal avanzada, médicos del INER llamaron a la familia para hacerles un test por ser contactos del paciente, pero no les hicieron prueba de PCR, sólo les pidieron guardar cuarentena.
En sus recuerdos de aquel 18 de marzo no está el rostro del hombre con quien compartió su vida por 25 años, sino el de las personas que afuera del INER le preguntaron si su paciente había fallecido por coronavirus.
“Es todo tan borroso, sigo muy confundida con esos recuerdos, lo único que vislumbro son las cámaras, preguntas, no tenía una causa de muerte, no sabía si efectivamente fue por Covid, de pronto, uno sólo tiene en la cabeza cómo va a arreglar las situaciones que nos caen encima de la noche a la mañana”, relata.
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Adriana no sabe si el gobierno ha tomado buenas o malas decisiones en el manejo de la pandemia, trata de no pensar: “Lo único que les pediría es que verifiquen bien la información que le dan a la población”. La mujer prefiere pensar en las canciones de rock y trova que su esposo tocaba, en cómo se conocieron durante el bachillerato y el día en que decidieron vivir juntos.
Tras la muerte de Carlos, Adriana tuvo que aprender el negocio familiar que consiste en iluminar los anuncios publicitarios, admite que la transición ha sido dura, al igual que para su hijo, quien dejó de asistir a una escuela particular y también entró de lleno al trabajo.