Ciudadanos y opositores pintaron este domingo el Zócalo de la Ciudad de México de rosa y blanco para expresar que #MiVotoNoSeToca y demandar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) defina inconstitucional el plan B de la reforma electoral aprobada en el Congreso.
Fue una marea que no sólo inundó la Plaza de la Constitución, sino las calles aledañas, como 20 de Noviembre, 16 de Septiembre, Madero y 5 de Mayo, con gente de todas las edades, incluso algunos en silla de ruedas, que portaban playeras, gorras, banderines y mantas con leyendas como “#MiVotoNoSeToca” y “#ElINENoSeToca”.
Sobre esta movilización, la guerra de cifras se hizo presente. Los organizadores calcularon la participación de más de 500 mil personas. En contraste, el Centro de Orientación Vial de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) estimó 90 mil.
Más allá de la diferencia en las cantidades, es la primera vez en este sexenio que una manifestación contraria al gobierno federal desborda la plaza más importante del país, la misma que ha sido bastión del presidente Andrés Manuel López Obrador en infinidad de ocasiones.
No fue propiamente una marcha, pero desde las 8:00 los asistentes comenzaron a llegar al acto programado para las 11:00. Acudieron algunos políticos, pero eran más los ciudadanos: niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad en una importante proporción.
Sorprendió a algunos políticos ver a tantos adultos mayores, sector considerado como uno de los beneficiados con las estrategias del actual gobierno.
En esta ocasión, el Zócalo lució diferente a otros días, no sólo por el colorido que le puso la gente, sino por la ausencia de la Bandera monumental, lo que no pasó inadvertido y fue motivo de queja de Santiago Creel Miranda, presidente de la Cámara de Diputados.
En calles como el Eje Central Lázaro Cárdenas, Paseo de la Reforma, Independencia, Venustiano Carranza y en las inmediaciones del Monumento a la Revolución se estacionaron camiones que trasladaron a parte de los asistentes, aunque no fue la generalidad.
Otro momento clave de la manifestación fue cuando ciudadanos comenzaron a colocar flores de color rosa y banderas de México en la escalinata principal del acceso al edificio de la Suprema Corte, para pedir que los ministros echen abajo el paquete de reformas electorales.
“No somos narcos, somos ciudadanos. Mi voto no se toca”, gritó un grupo de ciudadanos frente a Palacio Nacional, blindado con cercas metálicas.
El templete principal desde donde se escucharon las voces de la periodista Beatriz Pagés y del exministro José Ramón Cossío, oradores en el evento, se instaló en la esquina sur-oriente de la Plaza de la Constitución, frente a la sede del Máximo Tribunal, en cuyas manos está el futuro del plan B y de las reglas electorales que regirán los comicios presidenciales de 2024.
Desde ahí se lanzó un mensaje de confianza en la Corte para invalidar una reforma electoral que atenta contra los principios democráticos del país, y una advertencia al gobierno federal para que deje de presionar a los ministros.
En menos de 40 minutos, los oradores hicieron énfasis en el peligro que corren los procesos electorales y además de los aplausos que recibieron, fueron respaldados con consignas que continuamente lanzaron los manifestantes: “¡No pasarán!”, “¡México!, ¡México!, ¡México!”, “¡Sí se pudo!”, “¡A eso vine, a defender al INE!”, y “¡Fuera López!, ¡fuera Morena!”.
El carácter pacífico de la concentración se destacó. No hubo pintas ni edificios o comercios dañados, tampoco lanzamiento de objetos. En paz como llegaron, en paz se retiraron. Quizá algunas fricciones con simpatizantes de la Cuarta Transformación que no pasaron a mayores. Al final, uno de los organizadores gritó: “¡Somos muchos y nos faltó Zócalo!”.