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Ante los ataques del mandatario estadounidense Donald Trump hacia México y la ola antiinmigrante en ese país, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ha dejado solos a los mexicanos que viven en Estados Unidos, afirma el periodista Jorge Ramos, considerado uno de los comunicadores latinos más influyentes en EU.
Peña Nieto y su principal asesor, el canciller Luis Videgaray, tuvieron una lectura totalmente equivocada de cómo encarar a este personaje, señala.
Este libro, Stranger, es básicamente personal y una reflexión sobre quién eres en EU pero también sobre una coyuntura. ¿Qué pasó, tú ya venías planeando la reflexión de este libro?
—Lo que pasó fue Donald Trump. Yo llevo 35 años viviendo en Estados Unidos. Mis hijos Paola y Nicolás nacieron ahí. He podido ejercer libremente el periodismo y de repente llega [a la campaña presidencial y luego al poder] Donald Trump.
Cuando el 16 de junio de 2015 Trump dice que los inmigrantes mexicanos somos criminales y violadores él está hablando de mí. Soy un inmigrante mexicano. Estaba totalmente equivocado y estaba mintiendo. A partir de ahí comienza una era de violencia verbal, de hostilidad en contra de los inmigrantes, en contra de las minorías, en contra de los extranjeros en Estados Unidos.
Es ahí donde me siento extraño en el país donde vivo y en el que me doy cuenta de que hay un enorme odio que viene directamente desde la presidencia hacia el resto. Por eso me siento como un extraño, como un stranger, que es una palabra que combina ser extraño y ser extranjero.
Tú te refieres al incidente de Iowa, donde fuiste expulsado de una conferencia de Donald Trump...
—Cuando él miente siento la necesidad de confrontarlo. El gobierno de México nos dejó solos, el gobierno de Enrique Peña Nieto nos dejó absolutamente solos a los mexicanos, han tenido que ser periodistas y artistas los que dan la cara por México.
Voy a la conferencia en Iowa y le digo que está mintiendo sobre los mexicanos, que está haciendo comentarios racistas y un guardaespaldas me saca de la conferencia.
Esto es inusitado, esto pasa en dictaduras, esto no pasaba en Estados Unidos. La única persona que me había evitado a hacer preguntas con un guardaespaldas fue Fidel Castro.
Mencionas que 63 millones de votantes lo eligen, ¿es sintomático?
—No es Donald Trump solo. Es Estados Unidos que está cambiando. Es un EU que se ha vuelto cada vez más intolerante, más antiinmigrante.
Hay muchos que quieren, como Donald Trump, que EU se mantenga como una nación blanca y eso es prácticamente imposible.
Adviertes que existe un odio racial que en sí es peligroso...
—Nunca había habido tanto racismo y discriminación en Estados Unidos como ahora, en los 35 años que llevo viviendo ahí, nunca antes.
Parte de la culpa es por Trump, parte es por sus seguidores. La nueva política oficial de Estados Unidos es separar a padres de hijos si llegan ilegalmente en la frontera. Eso es una crueldad.
¿Cómo encarar a [Donald] Trump desde México?
México lo ha hecho fatal. Enrique Peña Nieto ha sido un presidente sumiso, débil, con muy poca determinación, terrible. Peña Nieto tuvo la oportunidad de decirle no a Donald Trump en la cara y no se atrevió. Peña Nieto ha sido uno de los presidentes más malos que ha tenido México en la historia reciente.
[El Mandatario] no tuvo la dignidad de salir a defender a México, ni de defender a los mexicanos. Nos ha dejado absolutamente solos allá. Así que lo que queremos con el nuevo Presidente es [uno] que proteja y busque la dignidad de los mexicanos.
La culpa del crecimiento de Donald Trump fuera de Estados Unidos la tiene en parte Peña Nieto. Peña Nieto y Videgaray han seguido una política, una diplomacia a la mexicana, campechana, terrible.
Ellos creían que una comidita con el yerno de Trump [Jared Kushner] y unos tequilitas iban a cambiarlo todo. Se equivocaron, eso no funciona.
¿Qué posición debe adoptar el próximo gobierno de México? ¿Ir a convencerlo?
—No, Donald Trump sólo funciona con la fuerza. Él tiene que entender que necesita a México para detener la migración de centroamericanos y para detener el flujo de drogas. Si Estados Unidos no coopera, México puede decirle: “No te vamos a apoyar más en cuestiones migratorias, tú lidias con los narcotraficantes y las drogas”.
Esa es la fuerza de México que Peña Nieto no ha sabido utilizar. Es una fuerza enorme.
¿Por qué no se aprovecha esta fuerza de México?
—Por incompetencia, porque falta de preparación, porque no se entiende cuál es el problema.
México detiene el paso de centroamericanos hacia Estados Unidos. ¿Qué pasa si México dice: “No paro a un solo centroamericano”? Van a tener una llegada masiva de migrantes. Qué pasa si México le dice a los narcos: “¿Quieres ir a Estados Unidos, llevar tu droga, llévatela, no me voy a meter? Tendríamos menos muertos y EU tendría un problema de violencia y de narcotráfico gigante.
¿Donald Trump es un bravucón?
—Es un bully [un bravucón] sin la menor duda, es un abusador y el gobierno de México no tuvo la fuerza para enfrentarlo y entonces como no tuvo la fuerza para enfrentarlo, Donald Trump sigue haciendo exactamente lo mismo.
Tú abordas en tu libro también la insistencia de Trump de construir un muro...
—La construcción del muro es una estupidez porque la frontera entre México y Estados Unidos son mil 954 millas. No serviría absolutamente de nada, porque casi la mitad de todos los inmigrantes indocumentados llegan por avión, por visa, entonces el muro es un símbolo.
¿Qué permitió que un personaje como Donald Trump creciera?
—En EU empezaron a culpar de todos sus problemas, del crimen, a los inmigrantes, y cuando Donald Trump empieza a hacer comentarios racistas nadie lo para.
Comenzó como un fenómeno mediático y creció a tal grado que ya nadie lo pudo parar. Yo siempre lo tomé muy en serio, siempre me pareció un personaje muy peligroso, pero para muchos estadounidenses no fue así.
La primera lectura que se tuvo cuando se anunció su candidatura es que era un loco, es un payaso, es un bufón, un gritón. Todas fueron equivocaciones. Trump es un tipo muy listo, es un bully [un abusador] que usó todos los recursos, incluyendo la mentira, para llegar al poder.
Los inmigrantes mexicanos son un sector muy abandonado…
—Nos tienen muy abandonados, pero hay una cosa más. Parece una confabulación la que hay para que los 12 millones de mexicanos nacidos en México, que vivimos en Estados Unidos, no tengamos influencia en las próximas elecciones presidenciales.
Conocemos tu estilo de entrevistador. ¿Defiendes tu participación ese día en Iowa?
—Nuestra principal función social es cuestionar a los que tienen el poder y darle voz a los que no tienen voz. En caso de racismo, discriminación, corrupción, mentiras públicas, violación a los derechos humanos y dictaduras, estamos obligados a tomar partido. Hay que dejar a un lado la neutralidad. Lo volvería a hacer una y mil veces.