“Tuve que bajar el costo de las rosas; la maceta la estoy dando en 13 pesos”, dice una comerciante afectada por las pocas ventas en el mercado Palacio de la Flor, en Xochimilco.

Los locatarios informan que sus ganancias han bajado hasta 80%, lo que afecta a más de 300 familias que dependen sólo de esto; sin embargo, a esta cifra se le tendría que agregar a las personas que dependen de la producción.

Uno de los regalos tradicionales para festejar una de las fechas más importantes para los mexicanos son las flores, pero este año, tras la decisión de las autoridades capitalinas de cerrar uno de los mercados más grandes de distribución en la Ciudad de México, todo cambió.

Con lágrimas, la señora Olga Jiménez, una de las vendedoras más longevas, señala que ha tenido que bajar los precios de sus productos para que se vendan y no se regresen a sus viveros y representen pérdidas.

“Antes de la pandemia, al día, me llegaban pedidos de 500 a mil macetas, porque los jardineros eran mis principales clientes, pero ahora si vendo 10, ya es demasiado.

Covid-19 acaba con la tradición de dar flores
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“Antes del coronavirus tenía pedidos de hasta 500 macetas al día; a mi nuera también le llegaban muchos pedidos, pero ahora ya no pasa eso, ni siquiera porque he bajado los costos”, lamenta.

De acuerdo con información de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) y el Servicio de información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en 2019 la derrama económica de la producción de flores superó los 8 mil 275 millones de pesos, siendo el 14 de febrero, Día de las Madres, Día de Muertos y Navidad las fechas más importantes de comercialización.

“Estamos muy preocupados, porque todo el producto que preparamos desde finales y principios de año podría perderse por la contingencia sanitaria que vivimos.

“Esperábamos que esta fecha tan importante para la floricultura [Día de las Madres] dejara la misma derrama económica que en años anteriores”, comenta Martha Gómez Trejo, vocal de la asociación civil del mercado Palacio de la Flor.

Señala que, como productores, las ganancias que obtienen de las ventas del 14 de febrero y del 10 de mayo son las que les ayudan para empezar a sembrar la flor de cempasúchil y nochebuena, que son el sustento que tienen para fin de año.

“Las actividades comienzan a las seis de la mañana y no he vendido nada. Antes de la pandemia, ya habría juntado mis 200 o 300 pesos”, detalla Nicolasa, otra de las vendedoras con más años en el lugar.

Nicolasa asegura que ella no tiene miedo de enfermarse por coronavirus; sin embargo, aclara, lo que sí le angustia es no tener dinero para pagar sus servicios, ya que del puesto de flores dependen ella y su esposo.

“A mí no me da miedo enfermarme, porque yo pienso que todos los que trabajamos con flores, con plantas, estamos un poco más protegidos, pues ellas purifican el aire.

“Lo que sí me da miedo es no poder pagar la luz, el agua y el gas. Por la comida tampoco me preocupo, porque nunca faltan unos nopalitos y tortillas”, expresa.

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