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Para la oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el gobierno debe actuar pronto para apoyar a los trabajadores y tener medidas de respuesta rápidas y grandes que sostengan la economía y se supere la crisis de la pandemia en México.
Gerardina González Marroquín, directora de la oficina de la OIT para México y Cuba, comenta a EL UNIVERSAL que el impacto en el sector laboral será fuerte, pues puede crecer la informalidad y la pobreza.
¿Cómo impactará al sector laboral el Covid-19?
—Primero hay que señalar que el mercado laboral mexicano se caracteriza por tener muchas micro y pequeñas empresas; hay pocas que son medianas y algunas grandes.
También hay una alta informalidad y no se tiene un sistema de seguro contra el desempleo, entonces, ante ese escenario, y con una pandemia como ésta, deben considerarse varios aspectos.
En primer lugar, la cantidad de personas con empleos informales que no cuentan con ningún tipo de protección. Con una pandemia, una de las medidas es bajar la circulación de la gente, lo que provoca una baja en el consumo, por lo que habrá una crisis económica que afectará a trabajadores y empresarios.
Esas micro o pequeñas empresas no se pueden sostener si no tienen ventas o ingresos normales; es decir, se vuelven vulnerables, y sus trabajadores aun más.
Se prevé un impacto fuerte que puede generar más informalidad y pobreza, además de que puede dejar a mucha gente sin sus ingresos.
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Algunas empresas han mandado a sus casas a trabajadores...
—Las normas internacionales del trabajo son un paquete que asegura garantías, pero sobre todo hay que referirse a la legislación nacional. El salario mínimo no es suficiente para vivir; sin embargo, la Ley Federal del Trabajo establece que en estos casos la autoridad sanitaria declare una suspensión de labores que asegure el salario mínimo, entonces mandan a la gente a casa y se les da eso, el salario mínimo, pero incluso estando en su hogar, sin tener que moverse al trabajo, no es suficiente para que la persona sobreviva, y eso es una gran preocupación, porque habrá más desempleo, subempleo y personas sin condiciones de supervivencia, y la pobreza podría incrementar, como consecuencia.
¿Qué trato debería darse a los empleados que puedan perder su trabajo?
—Es muy complejo. Uno diría, claro, que los empresarios colaboren; no obstante, el problema es que no lo pueden sostener, ya que en la mayoría de los casos se trata de micro, pequeños o medianos empresarios, entonces los negocios no pueden sobrevivir mucho tiempo sin ingreso o ventas, pues no tienen actividad económica.
El problema no es el desempleo de los trabajadores, sino la imposibilidad de los empleadores para continuar con sus operaciones, y eso es lo más grave. No sabemos cuál será el impacto, porque no sabemos el tiempo ni la profundidad de esas políticas; sin embargo, el gobierno debe tomar medidas para intentar que haya dinamismo en la economía.
¿Cómo se sostiene ese dinamismo en la economía?
—Hay distintas formas que han adoptado varios países. Pueden, por ejemplo, ayudar a las empresas a tener créditos más blandos o a más largo plazo; diferir créditos fiscales, pagos de impuesto diferidos a futuro, inversión que el mismo Estado inyecte en la economía.
Pero los programas que el gobierno tiene están enfocados, más bien, a tiempos normales y a personas que no trabajaban o con pocos ingresos, no a gente que transitoriamente se va a quedar sin actividad. Ese grupo tiene que atenderse.
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¿Qué pasa si se llega a un periodo de emergencia?
—Durante un periodo de emergencia la estrategia debería ser generar políticas que palíen la situación, porque posteriormente se va a normalizar.
Sí, el gobierno debería tener alguna estrategia para garantizar la subsistencia de estas personas que se quedaron desempleadas sin protección, que puedan tener una cobertura mínima que los proteja con servicios médicos esenciales, asegurar que puedan seguir comiendo.
El problema tiene un impacto muy fuerte, pero hay que ver cuánto tiempo dura. Por otra parte, no hay que olvidar que al cerrar las escuelas muchos trabajadores, en particular mujeres, dejan de trabajar, ¿quién se ocupa de los niños en casa?
La crisis también tiene una dimensión de género, porque muchas veces será a la mujer a la que toque cuidar a los enfermos o a los niños, por lo que dejará de trabajar.
En México hay muchas mujeres jefas de hogar, entonces si ella no puede trabajar, la despiden o es mandada a casa con un salario mínimo con el que no puede ni comer ella, ¿cómo sostiene una familia?
Hay que tener muy claro la dimensión del programa. Por un lado, la afectación a los trabajadores, particularmente a las mujeres, y por otro, la afectación a las empresas. Las medidas tienen que tomarse en dos sentidos, y lo inmediato es pasar la crisis, sobrevivirla.
¿En qué momento debería el gobierno mexicano comenzar a apoyar a los trabajadores?
—Tienen que comenzar ya, porque ya lo hemos visto en otros países: el crecimiento es exponencial y no te da mucho tiempo, entonces hay que atacar inmediatamente.
Vemos el deseo [del gobierno] para encontrar soluciones, pero quizá lo que falta es dimensionar el problema, algo que nosotros tampoco hemos podido hacer en este tiempo tan corto.
Hay que proyectar el impacto en México y cuantificar esa crisis; tener medidas de respuesta suficientes, rápidas y grandes, políticas fuertes para sostener la economía y poder pasar la situación.
Las iniciativas del Congreso, por ejemplo, son muy buenas, pero tal vez insuficientes. Supongo que ellos hicieron estimaciones de alguna forma, aunque no sabemos qué cálculos hicieron [180 mmdp para enfrentar coronavirus].
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¿Esta crisis podría ser una llamada de atención para proteger a los trabajadores?
—Tendría que haber un conjunto de políticas públicas orientadas a generar empleos de calidad que impulsen el crecimiento, formalizar la economía y prepararse para futuras crisis. Debería ser una enseñanza, más bien, para hacer transformaciones necesarias para el país.