En el conflicto entre México y Bolivia, ambos países entraron en una situación de dimes y diretes basada en el orgullo nacional que no se centra en la búsqueda del diálogo, coincidieron analistas internacionales consultados por EL UNIVERSAL.

Adolfo Laborde, investigador de la Universidad Anáhuac, aseguró que, más allá de un rompimiento diplomático, se percibe a dos gobiernos que no pueden salir de una situación de acción y respuesta que no abona al diálogo.

“Este es un conflicto que se pudo haber salvado a través del diálogo y del principio de la no intervención, pero se salió de control. México queda como un país con una política activa, defensor de estos personajes y países que se llaman progresistas, pero con una nueva interpretación del principio de no intervención, lo que nos deja una mala imagen ante América Latina. Vemos a dos naciones que no apuestan por el diálogo, sino que mantienen una posición de orgullo a la espera de lo que diga el otro”, dijo.

Raúl Benítez, investigador del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, consideró que a ninguno de los dos le conviene que la crisis escale, por lo que deben buscar contactos a nivel cancillería para alcanzar el diálogo.

“Lo primero que deben hacer es dejar de agredirse. El gobierno mexicano debe reconocer que en Bolivia habrá un proceso electoral y no le conviene romper relaciones, debe esperar a que se instale un gobierno más legítimo, y al gobierno de Bolivia no le conviene seguir peleando. El orgullo nacional no les dejará nada bueno, es necesario buscar el diálogo, el acercamiento entre pares”, afirmó.

Javier Urbano, catedrático de la Universidad Iberoamericana, señaló que la crisis México-Bolivia responde más a situaciones internas en cada país. “En el caso de Bolivia, la presidenta Áñez quiere justificarse ante su sociedad y señalar que un tercer país lo agrede. Y México busca hacer lo mismo, justificar que desde afuera recibe insultos. Es un tema más de política interna en cada país”, mencionó.

Aunque los especialistas no prevén un rompimiento diplomático, sí creen que la 4T debe replantear su política exterior y definirla bajo el principio de la no intervención. “La secretaria de Gobernación aseguró que no hay riesgo de romper relaciones, pero ya expulsaron a una embajadora. Si se siguen dando declaraciones de personas no gratas lógicamente nos vamos a quedar sin personal. Esperemos que no, porque esto obligaría a México a tomar la decisión de evacuar a su personal y romper relaciones, por eso es importante que se defina y respete la política de no intervención”, señaló Adolfo Laborde.

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