de la materia socioemocional en la secundaria Guillermo Haro, ubicada en la alcaldía Gustavo A. Madero, Claudia Fernández Perdomo, cuenta que hace un mes invirtió cinco mil pesos de su salario para pintar un aula donde imparte clases, pues dice que no hay nada mejor para aprender que un salón en óptimas condiciones.

Ella misma preparó la pintura y, sin ayuda de nadie, pintó el aula de blanco para mejorar las condiciones de ese espacio escolar.

“Me quedaba más tiempo en las tardes. Lo hice para que fuera un lugar más apto para las niñas y niños, y se sintieran más a gusto trabajando en ese espacio”, dice.

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La maestra platica que esta no es la única ocasión en la que ella misma se ha atrevido a rehabilitar un salón de clases.

“No es la única aula que he tenido que acondicionar por falta de mantenimiento y de cuidado de personas que han estado antes que yo en ese espacio”, comenta a EL UNIVERSAL.

Con 44 años de edad y 24 como maestra, Claudia Fernández, madre de dos jóvenes y esposa de un comerciante, refiere que percibe un sueldo de 10 mil pesos mensuales, de los que invierte cada quincena 500 pesos para comprar material que utiliza en sus clases.

“Las carencias a las que nos enfrentamos día a día son muchas por la falta de recursos. Parte de nuestro salario se va para adquirir materiales como copias y plumones que no nos da la administración”, señala.

Menciona que cuando un adolescente no tiene dinero para comprarse un lunch, los propios maestros y maestras se cooperan para que el estudiante pueda llevarse algo a la boca.

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