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Tepic, Nayarit.- En la tierra del poeta Amado Nervo, un grupo de mujeres y niñas le gritaron con alma y corazón, al presidente Andrés Manuel López Obrador.
“¡Es la 548! ¡Es la 548!”, exclamaron con ahínco en apoyo del Ejecutivo y mostrando en sus manos el último libro del Mandatario que lleva por nombre ¡Gracias!
Y es que, aunque prometió que volvería a la tierras del los huicholes, coras y tepehuanos, -quienes lo fueron a ver con sus trajes típicos multicolores- López Obrador no encontraba la página donde a manera de despedida público el poema de Nervo “En Paz”.
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La virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, veía con alegría dicha escena mientras el azul del cielo se tornó gris en señal de tormenta.
Al finalizar la novena gira de trabajo de transición, el presidente de México comenzó a recitar el poema con la advertencia que regresaría a tierras nayaritas.
“Todavía voy a regresar, ¿eh?, pero ya después ya me voy a jubilar porque ya cierro mi ciclo, pero el amor no se acaba, y amor con amor se paga.
“Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; porque veo al final...”
De pronto, el momento fue interrumpido por el rugido de un rayo que cayó cerca y tronó como si se partiera la tierra.
Pero también para esa fuerza natural, el Presidente tuvo unas palabras:
“Para ti es también, para la naturaleza, para el rayo,” dijo y prosiguió con la poesía.
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Un par de gotas cayeron del cielo, nadie se movió de su lugar en la Ciudad de las Artes Indígenas.
“Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que, si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas; cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
‘Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno; mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno.
‘Hallé, sin duda, largas las noches de mis penas; mas no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas.
‘Amé, fui amado, el sol acarició mi faz”.
Pero lo más emotivo llegó al final, de memoria o leyendo el poema un coro acompañó al mandatario, hasta el final.
‘¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!’… Ahora si el cielo se rompió, las calles se inundaron
La poesía y ese anhelo, con gritos, de que el Presidente no se vaya se perdieron con la lluvia.
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mahc/apr