La necesidad económica ha llevado a Margarita Solache a trabajar en una zona de alto contagio de Covid-19: la Central de Abasto. Esta artista, quien está acostumbrada a tocar su violín en eventos sociales y en la Orquesta Sinfónica Gustavo A. Madero, acude todos los días a este punto de venta para mostrar su talento y ganar un poco de dinero.

Debido a que todos sus compromisos laborales agendados fueron cancelados por la pandemia, la violinista busca en las calles de la Ciudad de México una alternativa para sobrevivir, y esa oportunidad la ha encontrado en la Central de Abasto, donde aún transita gente, pero en el que también se han detectado varios casos de contagio.

Con todo este riesgo, por las mañanas, Margarita se dirige a este mercado y hace sonar su violín hasta las cuatro de la tarde, tiempo en el que espera obtener recursos para su comida, el pago de la renta, la luz y el agua, además del mantenimiento de su instrumento musical.

“Yo nunca me imaginé que iba a caer en la Central de Abasto, pero la verdad me ha gustado mucho, porque la gente es muy linda, muy noble, y no sólo en cuestión económica, sino que me ven y me regalan fruta y verdura. La gente es muy linda”, comparte Margarita.

“Con mi música, quiero decir que no todo está perdido”
“Con mi música, quiero decir que no todo está perdido”

Aunque su familia y amigos le han advertido sobre el riesgo, Margarita, egresada del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), argumenta que cualquier persona está expuesta al virus, incluso si se queda en casa —“un vecino podría contraer la enfermedad y esparcirla”—, por lo que ella decidió salir a trabajar.

Esta mujer calcula que, para poder cubrir sus necesidades, al mes debería ganar por lo menos 10 mil pesos, una cifra difícil de alcanzar en la Central de Abasto.

“El lugar donde ahora estoy es mi última opción. Intenté ir al Centro Histórico y otras partes, pero ya no hay nada de gente”, expresa.

No obstante, el temor de Margarita es que desde hace tres semanas ha disminuido la afluencia en el mercado, lo que podría dejarla, ahora sí, sin ingresos.

Hasta ahora la violinista no ha tenido noticias de cuándo se podrían reagendar las bodas y el resto de eventos que ya tenía programados, y en la Orquesta Sinfónica Gustavo A. Madero tampoco le han comentado cuándo se reanudarán los ensayos y las presentaciones ni cuándo le volverán a dar íntegra la beca que le rebajaron por la pandemia.

Sin embargo, mientras esto sucede, Margarita cuenta cuáles son otras de las motivaciones que la han llevado a la Central de Abasto, pues no todo su interés es económico:

“La música trasciende todas las fronteras, sensibiliza, mueve corazones, amansa fieras. Están pasando cosas malas, pero con la música quiero dar a entender que no todo está perdido, que la vida sigue”.

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