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Este año, la marcha por el Día del Trabajo acaba como hace tiempo no se hacía: con manteles blancos, en una comida de los líderes sindicales invitados a Palacio Nacional por el Presidente de la República.

Tras retumbar sus discursos en la plancha del Zócalo por el 1 de mayo, ante un calor extenuante que no apaga los ánimos después de marchar desde el Ángel de la Independencia, algunos líderes cruzan el circuito de la Plaza de la Constitución y entran a Palacio Nacional por la puerta Mariana. Ya los esperan copas y flores que sirven como centros de mesa.

Ahí estarán, en el mismo Salón de la Tesorería, líderes de diferentes ideologías y militancias partidistas, enfrentados y confrontados en el pasado... y en la actualidad, pero que acuden al llamado del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Puntuales, llegan los líderes. El de la CTM y priista de hueso colorado, Carlos Aceves del Olmo; también Joel Ayala, líder de los burócratas; Francisco Hernández Juárez, del sindicato de Telefonistas; Pedro Haces Barba, líder de la CATEM; además de Napoleón Gómez Urrutia, senador y líder minero que se había perdido la conmemoración por su exilio en Canadá.

Quien le hizo el feo a la invitación del gobierno federal fue el petrolero Carlos Romero Deschamps, quien luce como el gran ausente.

Así, López Obrador logra sentar a la mesa a organizaciones gremiales que por años no han comulgado entre sí. Campesinos, universitarios, ferrocarrileros, cetemistas, sobrecargos, obreros, maestros, abogados, banqueros, algunos miembros del gabinete, estuvieron entre los más de 200 invitados a la comida.

Al entrar al encuentro privado, el Presidente va directo hacia el priista Aceves del Olmo, lo saluda muy sonriente —lo acompaña la joven Luisa María Alcalde, secretaria del Trabajo—. Desde hace días, el mandatario y el líder obrero han intercambiado elogios por el respaldo mutuo.

El Presidente se sienta a la mesa con el líder cetemista, además de Gómez Urrutia, Hernández Juárez y algunos miembros del gabinete como Olga Sánchez Cordero, Alfonso Durazo y el general secretario Luis Cresencio Sandoval.

A la mesa llegan tamalitos con crema de flor de calabaza de entrada. Después, entre charlas, viene el segundo plato: medallón de res; de postre, pudín de chocolate, y para beber, agua de limón y jamaica.

Al concluir la comilona, los discursos. El Presidente dedica casi 40 minutos para pedirles hacer a un lado intereses gremiales y trabajar unidos por la Cuarta Transformacion.

Lejos quedaron los reclamos. Al final, los dirigentes hacen fila para tomarse la foto y saludar al Ejecutivo, muy contentos.

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