Hombres y mujeres víctimas de violencia caminaron cuatro días con la tragedia y el dolor sobre sus hombros; ayer llegaron a la puerta de Palacio Nacional y ahí lanzaron una enérgica crítica contra la estrategia de seguridad, rechazaron el diálogo con el equipo del presidente Andrés Manuel López Obrador... y se fueron de ahí, en silencio.

Al llegar al Zócalo de la capital, el grupo fue recibido por los seguidores de la Cuarta Transformación —la que en 2018 prometió que las víctimas de la delincuencia serían su prioridad—, quienes intentaron evitar su ingreso a la plaza a gritos, insultos, empujones y manotazos.

No lo lograron, pero se quedaron ahí durante el mitin gritándoles a las víctimas: “asesinos”, “ratas”, “traidores”, deseándoles la muerte y acusándolos de su desgracia.

Su objetivo era entregarle al presidente López Obrador una propuesta para la construcción de la justicia transicional en el país y demandarle una política de Estado acorde con el dolor y la tragedia de las víctimas y no sólo basada en un modelo de seguridad pública. Sin embargo, sus demandas no tuvieron respuesta institucional, pues además ellos mismos rechazaron el diálogo con el gabinete.

Ayer, Reforma se tapizó de rostros de mujeres y hombres jóvenes la mayoría, pero también de niños y personas mayores. Todos desaparecidos. Carteles con sus retratados colgaban de los cuellos de sus familiares: mostraban dónde y cuándo fueron vistos por última vez.

El dolor acumulado sobre la avenida era tanto que parecía rebasar sus límites físicos, se sintió en cada paso que dieron los mil 200 manifestantes que caminaron de la Estela de Luz a Palacio Nacional, de acuerdo con el conteo realizado por la Guardia Nacional y de la Secretaría de Gobierno local. El silencio convocado sólo se interrumpió en algunas ocasiones, por ejemplo, para honrar a la niña Mackenzie LeBarón, quien el día de la masacre de su familia caminó 10 kilómetros para buscar auxilio y se quitó un zapato para seguir avanzando, pese a sus pies llagados.

También gritaron 10 veces: “¡Verdad, justicia, paz!” cuando pasaron frente a los antimonumentos de las víctimas de la Guardería ABC, de la mina Pasta de Conchos, de feminicidios, y de los 43 normalistas de Ayotzinapa, donde los padres de los jóvenes se reunieron con los integrantes de la caravana.

Al visitar el Senado los recibieron legisladores del PRI, PAN, PRD, Movimiento Ciudadano y el independiente Emilio Álvarez Icaza; de Morena y sus aliados, el PES y el Partido Verde... nada.

El presidente López Obrador, quien afirmó que no se prestaría a un show, estaba de gira en Nuevo León y ya había dicho que no los recibiría personalmente.

Pero eso no importó, en el Zócalo los manifestantes que caminaron al lado de Javier Sicilia e integrantes de la familia LeBarón durante cuatro días exigieron seguridad real para los mexicanos, pusieron el orgullo por delante y demandaron hablar con el Presidente, rechazaron el diálogo con su gabinete... y se fueron en paz.

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