En el Centro de Detención Oportuna del Cáncer de Mama (Doctma) del Ejército Mexicano, mujeres que perdieron un seno a causa de la enfermedad aprenden a elaborar con sus propias manos su prótesis externa de manera artesanal, como parte de un taller de apoyo sicológico y tanatológico.
Desde 2015 que se creó el Centro Docma, en el Hospital Militar de Especialidades de la Mujer y Neonatología, grupos de mujeres, militares y civiles, se reúnen una vez al mes para confeccionar su prenda, a base de tela, copa suelta para vestido, hilo, algodón industrial y linaza.
Debido a la pandemia por Covid-19, en este momento asisten a las sesiones impartidas por la enfermera militar retirada, Carmela Emilio Tapia, y la sicóloga y tanatóloga, Claudia Lima Carcaño, cuatro y seis sobrevivientes del cáncer de mama, provenientes de Guerrero, Oaxaca, la Ciudad de México, Durango y Sinaloa.
“A veces salen con ella puesta de aquí”, afirma Carmela Emilio Tapia, quien pide a la señora Margarita pasar detrás de la cortina para colocarse una prótesis sin peso, debido a que lleva menos de un mes que le retiraron un seno y todavía tiene cicatriz de la operación: “Van a ver el cambio que sucede en la carita, en la expresión”, advierte.
“¿Adivinen cuál es cuál?”, pregunta a los presentes la enfermera Carmela, mientras Margarita posa sonriente y extiende sus brazos con los pulgares arriba. Lo mismo ocurre con Santa y Virginia cuando les toca su turno.
Fundadora del Taller de Prótesis Externa Artesanal y vencedora del cáncer de mama desde hace 19 años, Carmela Emilio explica que el objetivo del taller es integrar y empoderar a las pacientes de cáncer de mama que tuvieron que ser operadas, ya que muchas de ellas se aíslan porque se siente incompletas y les da pena volver a su vida normal.
“Les explicamos que lo importante es integrarnos de nuevo, que no nos aislemos porque muchas mujeres se aíslan o les da pena, ya no quieren asistir a ninguna reunión porque les da miedo o su esposo ya no la toca porque les da miedo, pues entonces dígale que esto no es contagioso y les explicamos aquí que esto no es contagioso; al contrario, es este el momento en que el valor, el apoyo de la familia es lo más importante”, comenta en entrevista con EL UNIVERSAL.
También las ayudan con ejercicios de rehabilitación, porque muchas de las sobrevivientes no continúan con este proceso por su situación emocional, así como con pláticas sobre resiliencia, gestión de emociones, duelo porque su cuerpo está cambiando.
La sicóloga y tanatóloga, Claudia Lima Carcaño, detalla que las pacientes que ya pasaron por un tratamiento, una cirugía, un proceso de duelo, se les ayuda con este taller para que se sientan simétricas físicamente, que es importante para ellas.
“Los senos para las mujeres son muy importantes en la autoestima, porque es una parte del cuerpo importante en el que las mujeres ahí basan su autoestima mucho, entonces cuando nos retiran una mama es importante apoyarlas, empoderarlas y [enseñarles] que la vida sigue y que podemos realizar prótesis para vernos mejor simétricamente”, dice.
Relata que hay muchas pacientes que les afecta no tener un seno, por lo que realizar en el Centro Docma prótesis artesanales con materiales económicos, que las pacientes puedan obtener en el lugar donde viven, es importante para ellos.
Afirma que las prótesis que elaboran las pacientes son para uso diario y tienen una duración de un año: “También en este taller la idea es que platiquen, darles información, darles sicoeducación, que aprendan y lo repliquen porque en el transcurso de sus consultas, de sus tratamientos conocen a otras personas donde ellas pueden reproducir esta información y apoyarlas”.
El jefe del Centro Docma, el médico cirujano militar, Ithamar Arroyo Martínez, revela que en dicho centro llegan a atender entre 10 mil y 15 mil mujeres al año, ya sea militares en activo o retiradas, así como sus familiares derechohabientes, de las cuales se detectan entre 300 y 400 casos de cáncer de mama.
“Hemos visto que aproximadamente entre 300 y 400 casos tenemos de detección anualmente y esto se ha ido incrementando entre 10% y 15% de manera anual”, asevera.
Precisa que en el Centro de Detención Oportuna del Cáncer de Mama llevan a cabo entre 60 y 70 estudios de mastografía diariamente, con lo que dan cobertura prácticamente a todas las pacientes que son referidas al Centro Docma, que forma parte del Hospital Militar de Especialidades Médicas de la Mujer, de tercer nivel.
Destaca que en dicho hospital cuentan con el equipo de alta tecnología para atender a las pacientes y detectar de manera temprana el cáncer de mama.
“Al recibir el golpe me da un endema; era un tumor”
La sargento retirada Santa Pérez Lara tiene 11 años que perdió un seno a causa del cáncer de mama, que le detectaron en tercera fase a raíz de un golpe que sufrió cuando estaba jugando en casa con su hija en ese entonces menor de edad.
“Ella me da el golpe y al recibir el golpe se me hace un edema, de ahí me mandaron a hacer estudios y ahí se dan cuentan que era cáncer el que yo tenía”, relata.
Foto: Hugo García y Berenice Fregoso
Originaria del puerto de Acapulco, Guerrero, Pérez Lara menciona que debido a lo avanzado de la enfermedad que le descubrieron a finales de 2009, la tuvieron que operar en febrero de 2010.
Al momento que le dieron la noticia recuerda que sintió que el mundo se le vino encima, porque pensó en qué iba a ser de su hija pequeña en ese entonces, pues creía que se iba morir porque no tenía los medios para tratarse la enfermedad.
“Seguí trabajando hasta el día en el que me operaron”
En 2000, la enfermera militar retirada Carmela Emilio Tapia era la encargada de Educación Perinatal del Hospital Militar de Especialidades de la Mujer y Neonatología del Ejército, cuando le detectaron cáncer de mama.
Sin embargo, siguió trabajando sin problema hasta que supo que la tenían que operar, porque el cáncer ya estaba muy avanzado, por lo que le retiraron un seno.
Foto: Hugo García y Berenice Fregoso
“Seguí trabajando hasta el día que me iban a operar, dos días antes, fue un fin de semana, yo me hospitalice el domingo y el lunes me operaron, yo seguí funcionando igual que todos los días.
“Ya cuando egresé de este hospital y ya después de toda la serie de estudios que tiene uno que estar sometido, tenía mucho miedo de ir a casa porque no es lo mismo que se mire uno completa y de repente se mira uno que ya no tiene un seno, la verdad es impactante”, afirma.
“Ya vencí esta enfermedad, la volveré a vencer”
Virginia González Hernández fue atropellada en enero de 2020 en la Ciudad de México, por lo que tuvo que ser operada de la tibia en uno de sus pies donde le colocaron una placa con 16 tornillos.
A las dos semanas, la ama de casa detectó un “bulto grande” en uno de sus senos, que pensó era consecuencia del accidente.
Foto: Hugo García y Berenice Fregoso
Cuando le tocó ir a revisión para quitarse los puntos, le comentó a la ortopedista que sentía una bola y la revisó. Le alertó que no era normal y la canalizó al Hospital de la Mujer en la Ciudad de México, primero.
Después de un mes, la mandaron al Centro de Docma del Ejército, en el que le detectaron cáncer tipo dos.
Tuvo que ser sometida a cirugía para retirarlo: “Ahorita me siento bien, pero otra vez retoñó el cáncer en el mismo seno y pues vamos a vencerlo, si pudimos una vez lo vamos a vencer esta vez”, asegura.
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