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José Óscar Chávez Rubio tiene 22 años de edad: Vive con su madre, la señora Silvia, en una localidad llamada San Isidro Itzicuaro del estado de Michoacán.
Al nacer los doctores le diagnosticaron mielomeningocele —también se le conoce como espalda bífida— que se da cuando un saco del líquido rodea la médula espinal limitando las habilidades motrices.
Ha tenido una decena de operaciones, tres en cada pie, en la cabeza, el ojo y la espalda.
Cuando Óscar dejó de caminar también lo hizo su mundo alrededor; la escuela en la que estaba no lo quiso volver a admitir alegando que él no tenía las mismas capacidades físicas y mentales que los demás niños, a pesar de que Óscar no tiene ningún problema cognitivo, ni como oyente lograron que fuera aceptado.
Fue ahí cuando a los 14 años en una escuela especial para personas con discapacidad física comenzó a practicar boccia, pero debido a que tenía demasiada fuerza en el torso, lo direccionaron hacia la maestra Dafne Alanís Bolaños, quien fue su instructora desde su corta edad hasta las paraolimpiadas.
Su madre se puso a vender todo tipo de productos, venta de chocolates y rifas para lograr que su hijo siguiera asistiendo a sus entrenamientos y pudiera asistir a sus competencias estatales, pues no tuvo apoyo gubernamental.
Las becas que se les entregan son de cantidades desde los 500 hasta mil pesos y hay situaciones con chicos que tienen acumulados hasta seis meses de pagos no entregados.