Mientras entre gritos e interrupciones los diputados debatían la reforma eléctrica, en las calles aledañas al Palacio Legislativo de San Lázaro, simpatizantes del presidente Andrés Manuel López Obrador armaron el brindis banquetero.

La tarde de ayer, el clima caluroso se prestaba para disfrutar de helados, aguas frescas y hasta cervezas bien frías, luego de que los legisladores tardaron más de cuatro horas en iniciar el esperado debate.

Así lo hicieron algunos de los asistentes a la manifestación convocada para las 8:00 horas afuera de la Cámara de Diputados. En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL, se constató que estas personas buscaron lugares con sombra para beber cerveza y apartarse del sol en las banquetas vecinas al recinto.

Algunas de las personas que asistieron portaban playeras a favor de la reforma eléctrica, banderas en apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador o prendas alusivas a Morena, e incluso aquellos que acudieron vestidos de revolucionarios también se reunieron ahí.

Entre amenas conversaciones, a eso de las 14:00 horas de este domingo, hombres y sólo algunas mujeres disfrutaban cervezas en diferentes presentaciones: lata, botella de medio litro o las famosas caguamas.

Ayer, la sesión de los legisladores provocó que el perímetro de la Cámara de Diputados se convirtiera en una zona de vendimia, mítines y hasta conciertos improvisados.

Desde las 10:00 horas, la calle de Emiliano Zapata, por donde acceden los diputados al recinto legislativo, se llenó con alrededor de 4 mil personas que esperaban ver el debate en las pantallas colocadas afuera de las instalaciones de la Cámara de Diputados.

Los comerciantes aprovecharon para vender playeras, sombreros, gorras, peluches, llaveros, tazas, banderas y otros objetos alusivos al presidente López Obrador, a la revocación de mandato y a la reforma eléctrica.

Para las 11:45 horas, integrantes de la bancada morenista en la Cámara de Diputados salieron a agradecer a los simpatizantes del Presidente el apoyo que han expresado a la reforma.

Encabezados por Sergio Gutiérrez Luna, presidente de la Cámara de Diputados, los legisladores subieron al templete colocado por los manifestantes.

Ahí, Gerardo Fernández Noroña, quien dejó en casa su acostumbrada guayabera para presentarse a la sesión de traje y corbata, invitó a los asistentes a no perderse el debate de los legisladores en el que, afirmó, saldrán victoriosos.

“Vamos a salir victoriosos de esta batalla. Hoy la oposición cava su tumba con sus propias manos y hoy el movimiento saldrá fortalecido con paso firme y combativo, para seguir profundizando esta revolución sin violencia que es la Cuarta Transformación”, expresó.

Aprovechó el momento para recordar a Rosario Ibarra de Piedra, activista que falleció este 16 de abril y quien, afirmó Fernández Noroña, apoyaría también la reforma eléctrica.

“Larga vida a doña Rosario Ibarra, que aquí estaría porque aquí estuvo y aquí está en nuestro corazón para defender las mejores causas de nuestra patria”, agregó.

Esto le ganó la simpatía de la gente, en su mayoría personas de la tercera edad, que comenzaron a llamarlo: “¡presidente, presidente, presidente!”.

Para las 14:00 horas, cuando algunos decidían escuchar de lejos el debate mientras departían con sus conocidos, otros se dirigieron a las camionetas y camiones que los llevaron al recinto legislativo para retirarse.

Algunos de ellos aprovecharon la hora para comer en los puestos colocados alrededor o acudieron a la Central de Autobuses TAPO también a comer, ir al baño y escapar un rato del intenso sol.

Poco más de una hora después, algunos de los puestos de dulces que se habían colocado ya habían desaparecido; otros estaban en proceso de ser desmontados, mientras los organizadores de la manifestación cargaban los montones de banderas blancas que los identificaban como integrantes de Usuarios Organizados en Desobediencia Civil, para llevarlos de vuelta a los autobuses.

Los cerca de 4 mil asistentes ya eran apenas 2 mil 500 y se replegaban en pequeños grupos dejando a los más apasionados alrededor del templete, donde cada vez que subía un diputado de la oposición a intervenir, lanzaban rechiflas, fueras y gritos de traidor o traidora, según era el caso.

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