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El republicano, que basó su campaña presidencial en insultar a México, prometió mandar mil para final de mes, a los que se sumarán, según vayan llegando, esos primeros 2 mil 700.
De estos, 2 mil 40 se entregarán en la cuarta semana de julio y la primera de agosto. Para entonces, se supone que habrán pasado los meses más complicados de la primera etapa de la pandemia, pero estarán a tiempo para el rebrote de infectados, que se calcula llegue en otoño.
“Hay una gran escasez de ventiladores en el mercado y es extrema, causada únicamente por el coronavirus. No hay país que se haya preparado lo suficiente”, advierte Torbjørn Netland, profesor de Gestión y Producción de Operaciones en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich y experto en cadenas de suministros médicos.
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“A diferencia de los cubrebocas o los escudos faciales, fabricar ventiladores de calidad es un proceso lento que no se puede incrementar fácilmente. Las factorías son relativamente pequeñas y no son para operar en masa”, dice.
En 2019, la demanda total de ventiladores en el mundo fue de unas 77 mil unidades, según cálculos de Netland basados en reportes de consultoras como IPG Research. En la actualidad, según un estudio de Global Data, una empresa de análisis de datos que cotiza en la bolsa de Londres, la demanda al 7 de abril era de 880 mil nuevos ventiladores, con los libros de órdenes de los fabricantes llenos y casi sin reservas, recibiendo peticiones no sólo de hospitales, sino también directamente de los gobiernos. Un ejemplo: el mandatario de Nueva York dijo que su ciudad necesita 30 mil dispositivos.
Los ventiladores, máquinas capaces de bombear oxígeno a la sangre, son el mayor tratamiento de apoyo para los enfermos de coronavirus en estado crítico, cuando la mortalidad alcanza ratios de 61%, explica un artículo de la revista médica The Lancet.
Ante una probable escasez de máquinas para todos los enfermos, los médicos siguen guías éticas en las que deben priorizar a los que tienen más posibilidades de sobrevivir: los más jóvenes y aquellos sin enfermedades crónicas. Un análisis de mercado listaba una veintena de compañías fabricantes de dispositivos en todo el mundo.
Un millar de los ventiladores que llegarán a México en agosto son de la marca Siare, una empresa fundada en 1974 en Bolonia. “Normalmente podemos fabricar 165 ventiladores al mes, y ahora estamos fabricando 500 unidades al mes e intentando lograr llegar a las mil”, explica desde Italia su director general, Gianluca Preziosa.
“Fabricar un ventilador pulmonar es complicado, ya que es una mezcla de electrónica y mecánica de alta precisión. Aumentar la producción de estos equipos es difícil, pues las cantidades requeridas normalmente no son muy grandes. Buscar las materias primas en un plazo tan corto es lo más difícil, ya que nuestros proveedores no fabrican tantas. De momento, grandes empresas como Ferrari y FIAT nos están ayudando para fabricar algunas partes fundamentales”, explica.
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Otros 900 ventiladores, que llegarán en la cuarta semana de julio y la primera de agosto, serán importados por la mexicana Encore Health.
“En ventiladores somos los distribuidores en exclusiva en México de la empresa china Beijing Aeonmed Co., con la que tenemos un contrato de distribución. Desgraciadamente, con más de 200 países infectados, hay una gran lista de espera. Este pedido lo realizamos el 1 de abril. Por cada día que tardáramos más en meter el pedido, hubiera sido una semana más de espera. Si metiéramos ahora un pedido, no llegará hasta noviembre o puede que [sea hasta] 2021”, señala Héctor Garza, director de Encore.
Los precios de los ventiladores, como los automóviles, varían según prestaciones y características. Uno básico puede valer 15 mil dólares, mientras que los más avanzados rondan los 52 mil. Antes, cuenta Garza, una orden grande podía ser de 200 unidades y ahora hay fábricas con pedidos de hasta 30 mil ventiladores.
Fábricas en combate
“Ahora mismo, hay problemas en toda la cadena de suministro. En el mercado hay una explosión de la demanda, con algunos intentando comprar más caro que otros compradores.
“En el campo de la logística hay una incapacidad para crecer la capacidad y las regulaciones políticas están haciendo que los suministros esperen demasiado tiempo en las fronteras.
“En las fábricas, la capacidad para escalar las operaciones es muy limitada y parece que no podrán, con las actuales instalaciones y recursos, subir más de 60% o 100%. En los suministros, hay una clara escasez de las partes necesarias”, resume Netland.
Entre las siete grandes fabricantes de ventiladores del mundo están la estadounidense GE Healthcare, subsidiaria de General Electric, que emplea a más de 50 mil personas en todo el mundo, y la alemana Dräger, fundada en 1889 con 14 mil empleados.
Ambas compañías, explican a EL UNIVERSAL, están lidiando con diversos problemas para lograr escalar su producción de ventiladores.
“Hemos añadido líneas de manufactura a nuestra producción de ventiladores e incrementado el número de turnos a lo largo de la jornada, con nuevas contrataciones. Hemos creado un equipo especial enfocado completamente en incrementar nuestras líneas en esta demanda sin precedentes.
“Ahora mismo, conseguir tantos componentes para ventiladores como sea posible es la clave, ya que en la cadena de suministros hay una enorme demanda de piezas y eso puede ser un gran factor limitante para aumentar la producción”, explica GE Healthcare.
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Aunque las empresas comentan que por política no pueden infomar sus números de producción. Aseguran haber doblado su producción y que tienen planes de volver a doblarla para finales de junio. Además, el 30 de marzo anunciaron un acuerdo con Ford para convertir una industria automotriz en Michigan, Estados Unidos, con la que pretenden fabricar en los próximos 100 días 50 mil ventiladores sencillos que usan aire a presión en vez de electricidad para funcionar.
Desde Alemania, Melanie Kamann, portavoz de Dräger, dice que desde principios de año vieron un gran aumento de la demanda, principalmente desde China y Asia, y que ahora está continuando en otros países a medida que aumentan los infectados.
“Especialmente es por ventiladores, sus accesorios y elementos de protección. Mientras normalmente vendemos a hospitales, ahora mismo las autoridades sanitarias y los gobiernos preguntan por nuestros productos.
“El ensamblado de un ventilador se compone de unas 500 piezas y suele tardar unos pocas horas por unidad, seguido de un detallado proceso de pruebas. Ahora las posibilidades de cuellos de botella, debido a las cadenas de suministro globales y las reducidas capacidades para el transporte, no tienen que ser excluidas”, dice. Como el resto de las empresas entrevistadas, en Dräger han doblado su capacidad desde principios de año y tratan de volver a doblarla antes de que acabe 2020. Queda por ver si será suficiente para enfrentar al coronavirus.