Coahuayana.— Miriam Isabel Zavala Cervantes es habitante de Boca de Apiza, municipio de Coahuayana, Michoacán, uno de los puntos más afectados por el registrado el pasado lunes 19 de septiembre.

La mujer es esposa de un pescador y madre de una niña y un niño, quienes perdieron todo, pues su casa colapsó por el movimiento telúrico; no resistió y se vino abajo, junto a la historia de la familia. La joven madre y su familia son de los habitantes que tuvieron que refugiarse en una escuela habilitada como albergue por las autoridades.

Miriam recuerda con tristeza que el día que el sismo impactó esa zona de la costa michoacana, ella y sus hijos tuvieron que salir de su casa en cuanto empezó a “tronar la tierra”.

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“Tenemos el mar al pie; el sismo nos tumbó todo y teníamos miedo del mar. Sí se cayó todo: tele, refrigerador, todo”, describe.

Mientras duerme a una de sus pequeñas hijas, Miriam Isabel recuerda con nostalgia que esa casa y los muebles eran todo su patrimonio, el cual les costó mucho tiempo y mucho sacrificio.

“Mi esposo es pescador; a veces hay, a veces no. Sí nos trae algo de nostalgia, porque algo que nosotros construimos con mucho sacrificio, de repente todo se acaba en un momento; sí le da a uno tristeza”, lamenta.

Sin embargo, hay cosas que, para la experimentada repostera son más dolorosas de recordar, como el ver tirada a su hija en el piso, derribada por la intensidad del sismo.

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“Yo sentí que ya el mundo se iba a acabar, que nos íbamos a morir, porque no podía salir con mi niña, mi hija en la secundaria, mi hijo allá pescando; sentía que mi corazón se despedazaba en ese momento, yo sentía que ya no íbamos a salir de ahí”, recuerda Miriam.

Sin poder contener el llanto, la madre de familia platica que fue muy duro para ella y “ver a toda la gente gritar, ver a mi niña que estaba tirada en el suelo, ver cómo se derrumbaban todas las casas, la gente corriendo asustada (…) eso fue lo más feo, lo más doloroso”, relata.

A nombre de su familia, Miriam Isabel pide a las autoridades ser escuchada y que vean cómo quedaron las viviendas hechas trizas y los daños que tuvieron para que los apoyen.

“Porque nos costó mucho trabajo construir los dos cuartitos que tengo o tenía, ya no sé ni qué. Que nos ayuden porque no sabemos si volverá a temblar”, indica la joven, quien no deja de ver su herida en una rodilla, la cual le quedó en su intento para salvar a su pequeña hija.

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