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Tijuana, BC.— Amaia y Chema son dos de los más de 10 estudiantes del Colegio de Bachilleres (Cobach) en Baja California que ejercen su derecho al libre desarrollo de la personalidad; mientras que ella expresa su identidad como alumna transgénero, él simplemente dejó crecer su cabello y es abiertamente gay.
“Es importante hablar por los que no pueden o todavía sienten miedo”, dijo Amaia, una estudiante que pasó al quinto semestre de preparatoria: “Me siento validada con mi género y que realmente me tratan como una persona, con respeto, porque no estamos pidiendo permiso para ser como somos, más bien exigimos el respeto que merecemos”.
Ella y José María, otro alumno que recién terminó sus estudios y ahora fue aceptado para estudiar la licenciatura en Psicología, son parte de una generación de estudiantes que han exigido su derecho a vestir y ser identificados con el género con el que ellos se reconocen sin ser discriminados.
El director general de Cobach, Juan Eugenio Carpio Ascencio, explicó que en total han recibido 11 peticiones de estudiantes relacionadas con su identidad: seis en Mexicali, tres en Tijuana, una en Ensenada y otra en Tecate.
“Para nosotros son bienvenidas todas las expresiones porque tienen ese derecho… aunque siempre hay resistencias, para eso estamos nosotros como autoridad y creo que como escuela abrimos una brecha en este marco de actuación para la aceptación de los jóvenes”, señaló.
Carpio Ascencio dijo que aplicaron el programa No estás solo, no estás sola, cuyo objetivo es que los estudiantes puedan aprender, a través de pláticas en las 57 sedes del estado, su derecho al libre desarrollo de la personalidad.
José María o Chema, como lo llaman sus amigos, es un estudiante que recién terminó su preparatoria. Al inicio de sus clases se integró a un equipo de futbol americano, hizo amigos y en aquel tiempo, cuando empezaba a aceptarse como gay, no fue algo que compartiera ni con su familia ni con otros estudiantes.
“Tenía miedo”, recuerda, “a mí me habían hecho sentir que ser así significaba que ser feliz prácticamente era imposible, simplemente no pasaba, entonces pensé que nunca lo iba a decir porque no quería sufrir”, detalló.
La respuesta fue distinta de lo que pensó. El rechazo no lo sintió de otros estudiantes que han normalizado la diversidad y que incluso la han hecho parte de sus vidas, sino de los adultos que todavía mantienen estigmas y aunque al inicio fue difícil la adaptación dentro de su familia hoy se siente en plena libertad.
Cuando Chema mira sus fotografías antes de la preparatoria no se identifica con la persona que aparece en las imágenes, un adolescente de cabello rizado y corto, casi a ras. Sin maquillaje, sin depilado, sin sonrisa. La alegría con la que hoy vive y expresa en sus retratos es la de sentirse libre, no por un género, sino por ser él.
Amaia ingresó a la preparatoria en pandemia. Jamás había pisado el salón hasta 2022. Antes de eso sus compañeros sólo la conocían de manera virtual hasta una clase presencial, cuando pasaron lista con su nombre registrado en el acta de nacimiento, es que la identificaron como chica trans.
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