Aun en las esferas más altas del poder a las que acceden las mujeres en el país y de cara a las elecciones de 2021, las mujeres siguen sin ser convocadas a la toma de decisiones, ni siquiera en las que corresponden a la paridad de género, lamentó la senadora Geovanna Bañuelos de la Torre (PT).

Bañuelos de la Torre no sólo es legisladora en la Cámara Alta, también es coordinadora de su bancada y, por lo mismo, forma parte del órgano de decisión política más importante del Senado: la Junta de Coordinación Política. Sólo dos mujeres se sientan en esa mesa.

Sin embargo, ni siquiera en esas condiciones de privilegio en las que se reconoce, ni ella ni su compañera Sasil de León (coordinadora del PES) fueron tomadas en cuenta para las decisiones que tomó el Senado, como poder de la Federación, en dos temas que han impactado el debate público y la vida de las mujeres: la impugnación de los lineamientos del INE en materia de paridad para las gubernaturas que presentó el Senado y la determinación de no legislar sobre ese tema en específico cuando en 2019 avanzó la paridad en todo el Congreso.

¿Cómo llevar del papel a los hechos la legislación sobre violencia política de género en las elecciones de 2021?

—Las trabas son culturales. Estamos en un país con un gran arraigo en lo patriarcal, es una cultura machista y las mujeres estamos en riesgo permanente. El reto es transformar la mentalidad y no permitir ser usadas en un discurso en el que tanto en el plano legislativo y en el gubernamental nos reconocen como mayoría y nuestro derecho a participar en igualdad, pero en el momento de tomar definiciones el círculo de poder obstaculiza nuestro acceso.

¿Ser utilizadas? ¿A qué se refiere?

—A no ser parte de una propuesta ni acompañar de hombres o mujeres que pretenden agradar, pero simulando con el doble discurso de la paridad y los derechos de las mujeres.

En vísperas del proceso electoral hay que hacer un ejercicio de información para darnos cuenta de quién está en agenda proactiva y quién está utilizando el debate para simpatizar. Requerimos aliados que verdaderamente tengan en su convicción generar espacios de paridad. Verdaderos aliados, no simuladores.

Cuando el Senado impugnó los lineamientos de paridad en todo del INE justificó invasión de competencias. ¿Lo ve así o hubo resistencias?

—Sin la voluntad del INE no habríamos obligado a muchos partidos políticos a voltear a ver a las mujeres en sus estados. La sentencia [del TEPJF] llega de manera tardía para las decisiones y pronunciamientos públicos de los partidos; el único que desde el inicio se pronunció en contra fue el PAN, pero llama la atención cómo lo comunica: anuncia la postulación de mujeres a las gubernaturas a pesar de que impugnarían los lineamientos del INE. En otras circunstancias no hubiéramos logrado una expresión pública de esa naturaleza.

Quien impugnó los lineamientos fue el presidente del Senado, de Morena, y lo respaldó el presidente de la Jucopo, ambos de izquierda; quienes no legislaron la paridad para las gubernaturas en su momento fueron Morena y sus aliados. ¿Eso no es una resistencia desde la izquierda?

—El presidente del Senado tiene una representación institucional, una afinidad política y una militancia activa, pero actuó en función de sus atribuciones sin consultar a la mayoría de los senadores. Fue un debate en el que expresamos por escrito nuestra inconformidad, porque lo hizo bajo la representación de la Cámara de Senadores.

Es una decisión que se tiene que tomar por consenso y el pleno la debió haber tenido en sus manos. La decisión de Eduardo [Ramírez] fue unipersonal y se lo reprochamos desde el principio: él está obligado a representar la pluralidad. Fue muy contradictorio ver cómo los principales representantes del Senado, los presidentes de la Mesa y de Jucopo, estaban manteniendo una posición contraria a la de la dirigencia nacional de Morena. El pronunciamiento fue inapropiado.

¿Qué rescatar de esto?

—Los partidos políticos tuvieron que voltear a hacer un análisis minucioso de sus liderazgos femeninos, a poner nombre y apellido a mujeres que tienen toda la vida luchando por espacios públicos. Algunos partidos pueden retractarse, pero no será el PT, Morena ni ninguno de los que vayan en coalición con nosotros.

La sociedad va a castigar a quienes se atrevan a negar espacios de participación a las mujeres. Ganamos el debate, no en lo ideal, pero sí en visibilizar a muchas mujeres valiosas de todos los partidos políticos.

Como senadora, coordinadora de su bancada e integrante de Jucopo está en una posición de poder a la que pocas mujeres llegan. ¿La violencia política de género se vive en este nivel o sólo en los inferiores?

—Es una lucha permanente y no podemos confiarnos ni estar pasivas. Aunque el debate de la paridad está de moda en la política, se sigue viviendo violencia en todos los niveles de toma de decisión: en los tres poderes, en los órganos autónomos, en la vida privada.

Actualmente, en un país como el nuestro no podemos decir que ha concluido la lucha que emprendieron las mujeres hace muchos años y que a muchas les costó la vida. Avanza con pasos certeros, pero lentos. ¿Cuántos años han pasado desde que en 2006 se aprobó la legislación de paridad y hasta ahora tenemos un congreso paritario? Son 14 años en los que tuvimos que ir escalando.

Pero la paridad no es suficiente. Además de estar, hay que ejercer el poder.

—No, ni que sea exclusivamente en uno de los tres poderes del Estado: no existe paridad en el Poder Judicial ni el Ejecutivo. Ni siquiera el tema de la paridad está cristalizado en toda la administración pública, menos es una realidad en el trato cotidiano.

En la Jucopo sólo habemos dos mujeres coordinadoras y en muchas ocasiones en el debate sobre la paridad no fuimos convocadas a tomar las decisiones. Fue irónico y un claro ejemplo de que no gozamos de la plenitud de nuestros derechos ni siquiera estando en los espacios donde se toman esas decisiones.

¿Cómo ve el manejo que ha dado el Presidente a la crisis por violencia de género que se vive en el país? ¿Sí tiene quién lo asesore?

—Tiene un equipo extraordinario. No somos aliados robotizados ni ciegos, disentimos y opinamos para rectificar, pero estamos al 100% con López Obrador.

Cuando no se está tomando la decisión que a nuestro juicio es la pertinente, no lo callamos.

Entonces, ¿cuál es su postura sobre el discurso presidencial de que no hay violencia doméstica, que no existe el feminicidio sino que todos son homicidios dolosos?

—Necesitamos analizar los números. No podemos desvincular la situación tan grave de Covid-19 con la violencia que se ha incrementado en todos los rubros.

Sólo estamos viendo las consecuencias en salud física, convivencia cotidiana e impacto económico, pero no de la salud mental de los mexicanos.

¿Le falta sensibilidad al Presidente en materia de violencia de género?

—No. El Presidente está atendiendo todos los problemas; está informado y en la medida de sus capacidades está haciendo su mejor esfuerzo. No comparto las opiniones de que es insensible a ciertos llamados. Impulsa el feminismo como política pública general. Tiene una concepción distinta a nosotras y miles de mujeres de la tipificación de los delitos, pero en los hechos y acciones está presente.