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El bloque opositor triunfante muestra su bandera: “Guardia Civil, #SíSePudo”, y por su lado, como en una batalla de los cárteles, la mayoría, la aplanadora, va al pleno del Senado, y en ese campo bélico muestra sus cartones: “¡Lo logramos! Morena; Guardia Nacional”.
Así, despliegan la disputa mediática por los méritos de una reforma constitucional en la que muchos pretenden la paternidad de la Guardia con mando civil, respetuosa de los derechos humanos y principios respetados en el mundo.
El logro es causa de una insólita fiesta. El Senado, como copa de champaña, burbujea felicidad. Parten plaza representantes de la sociedad civil, habituales visitantes y, como nadie con poder les hace caso, aquí, en su Muro de los Lamentos, dicen: “Estamos celebrando”.
Llegaron 127 legisladores, menos Blanca Piña Gudiño, de Morena. Es la única inconforme con los cambios. De convicciones firmes, hubiera votado en contra.
Hay calor en el salón de sesiones. No basta el aire acondicionado. Más de cien personas están en los pasillos, en los escaños, de pie, con impaciencia, los legisladores ansían votar, corean: “¡Es un honor!”, “Sí se pudo”, “¡México, México”.
Quedan atrás los momentos difíciles en los que casi fracasan, de tal intensidad que hubo necesidad de que Ricardo Monreal dijera el lunes al presidente Andrés Manuel López Obrador que el proyecto podría no transitar, por falta de nueve votos.
El representante personal de López Obrador, su consejero jurídico, Julio Scherer Ibarra, acompañó la negociación, además de los enviados de Gobernación, Zoé Robledo y Jorge Alcocer Villanueva. En la mesa de las vencidas también estuvieron tres generales representantes del divisionario Luis Cresencio Sandoval González. Siempre informaron al Presidente.
El debate, con lápices en mano, se leyó artículo por artículo, cláusula por cláusula. Discutieron cada coma, y agotada la gramática, fue turno de las mañas: a ceder por cortesía en algo y negar en debates “fuertes” puntos clave.
Mientras Ricardo Monreal abría espacios para “persuadir” a sus opositores, Julen Rementería, Miguel Ángel Osorio, Miguel Ángel Mancera y Dante Delgado, sellaban su trato a cada paso; no los doblaron.
Y llegó la noche del miércoles. En lo negociado estaban incluidas posturas que cedió la mayoría en aras de alcanzar un acuerdo, pero negó dos básicas en los asuntos de fuero y temporalidad.
Antes de la medianoche llegaron al momento crítico de “habemus reforma” o aborto. López Obrador le había dicho a su equipo en la negociación: “Si no sale, no te preocupes, no pongas en riesgo los puntos que ya sabes”.
Los negociadores de la mayoría vieron que en el bloque aguantamos, dice Julen Rementeria, el panista que en tribuna se dirige al presidente Andrés Manuel López Obrador para explicar que ellos están por lo que sea bueno para México, y esta Guardia Nacional le va a ser útil al Ejecutivo.
Xóchitl Gálvez, Kenia López Rabadán, Minerva Hernández, del PAN; Claudia Ruiz Massieu, Beatriz Paredes, por el PRI; Nestora Salgado y Alejandra León, representantes del PT; Patricia Mercado y Verónica Delgadillo, del MC, apoyan con los varones de sus grupos el dictamen alcanzado.
En 20 segundos se registran en el tablero electrónico los primeros 90 votos, de 127.
“¿Cómo le hiciste, Ricardo?”, preguntan los suyos a Monreal; él responde: “Con diálogo, diálogo y paciencia”. “Sí, ¿pero cómo?”.
Enseña la dentadura: “Decía mi abuela: ‘La receta no te la puedo dar’”.