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Hay una buena y una mala. La buena noticia para Ciro Gómez Leyva , y para el periodismo de México en general es la detención de hasta 11 personas involucradas en el atentado contra el periodista en diciembre pasado.
Ciro salió ileso, gracias al blindaje de su vehículo, pero el ataque, la agresión en la ciudad a un periodista, reventó la burbuja en la que muchos vivimos. CDMX tampoco es segura para ejercer el periodismo.
Esta mañana la jefa de Gobierno de la ciudad de México informó que se detuvo a una célula que planeó y atacó al periodista, que lo “cazaron” por al menos cinco días, y que tienen un historial de extorsión y secuestro. El jefe de policía presentó pruebas y fotos de la captura de los 11 presuntos involucrados, autores materiales.
El avance en el caso y en las investigaciones es innegable, no se puede regatear el esfuerzo del gobierno de la ciudad y de la policía capitalina en que no haya impunidad en este ni en ningún caso.
La mala, es que todavía no sabemos qué motivó el ataque. La fiscalía de la ciudad investiga el caso no como agresiones o secuestro, sino como homicidio en grado de tentativa, ni más ni menos. El mismo periodista lo dijo esa noche al mostrar fotografías de los balazos: “con la clara intención de matarme”.
¿Por qué? ¿Qué lleva a un grupo delictivo, al parecer de poca monta, a atentar contra la vida de uno de los periodistas más conocidos de México? ¿ A cuenta de quién y por qué?
En este caso, en especial, seguimos pendientes y exigimos saber la verdad: ¿quién o quiénes son los autores intelectuales del atentado? ¿De quién es la mano que mece la cuna?
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