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Sin Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, preso en Estados Unidos, el Cártel de Sinaloa “mantiene una huella expansiva internacional” en comparación con otros grupos, alertó la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).
El pasado jueves 17 de octubre, células del Cártel de Sinaloa actuaron de manera concertada contra fuerzas federales, vías de comunicación, vehículos y negocios para evitar la captura de Ovidio Guzmán López, hijo de El Chapo Guzmán.
En su último informe anual sobre tráfico de drogas, la DEA refiere que dicha organización criminal continúa exportando cantidades “al por mayor” de metanfetamina, marihuana, cocaína, heroína y fentanilo por medio de puntos de cruce ubicados a lo largo de la frontera de México con California, Arizona, Nuevo México y el oeste de Texas.
Para ello, de acuerdo con la DEA, usó submarinos, aviones de fibra de carbono, trenes con compartimentos secretos y túneles trasnacionales.
Según la agencia estadounidense, el capo utilizó varios métodos para lavar dinero, incluido el contrabando de efectivo de Estados Unidos a México.
También señala que además del contrabando de efectivo, El Chapo creó varias empresas fantasma, entre ellas una de jugos y otra de harina de pescado.
En segundo lugar, la DEA ubica al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), encabezado por Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho y al que cataloga como el más reciente y uno de los más poderosos en México y Estados Unidos.
El organismo afirma que la rápida expansión del CJNG se debe a la capacidad de fuego y a los violentos enfrentamientos con sus enemigos y autoridades mexicanas. Para la DEA, el CJNG tiene presencia en Los Ángeles, Nueva York, Chicago y Atlanta, así como en 22 de los 32 estados de México.
Después ubica a los cárteles de Juárez, del Golfo, Los Zetas y de los Beltrán Leyva, que continúan operando y traficando drogas a Estados Unidos en los territorios que históricamente han controlado.
Tras fugarse del Penal de Máxima Seguridad de Puente Grande, Jalisco, en febrero de 2014, el capo fue detenido por elementos de la Marina, en Sinaloa; sin embargo, volvió a fugarse, en esta ocasión de El Altiplano, en el Estado de México.
Dos años después fue recapturado por elementos de las fuerzas federales durante un operativo en Los Mochis, Sinaloa.
En enero de 2017, Joaquín Guzmán Loera fue extraditado a Estados Unidos bajo la condición de que no le fuera aplicada la pena de muerte.