La figura de gobernador de Palacio Nacional que quiere revivir el presidente Andrés Manuel López Obrador choca con la bandera de austeridad de este gobierno e incluso es un cargo que existió en épocas como el México Imperial y destaca que casi siempre fueron militares los que lo ocupaban, de acuerdo con historiadores.
“Es un cargo que se instituyó en las antípodas del proyecto que el Presidente pretende tener, uno republicano, de austeridad, porque choca un poco con aquellos cargos tan honoríficos y tan fastuosos de Díaz, de Maximiliano o de la Casa Real Española”, considera Alfredo Ávila Rueda, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El cargo de gobernador de Palacio Nacional fue un puesto administrativo que tuvo cierta relevancia durante el siglo XIX.
En 1838, el Proyecto para el Reglamento del Orden Interior del Palacio Nacional incluía a un gobernador como jefe de Palacio Nacional, así como un conserje a cargo del cuidado del recinto y un arquitecto responsable de elaborar planos y dirigir las obras relacionadas con el edificio.
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Sin embargo, el cargo de gobernador de Palacio Nacional viene de una tradición más antigua, recuerda Ávila Rueda en entrevista con EL UNIVERSAL.
Este puesto deriva de una tradición española, pues desde los siglos XVI y XVII había ya un gobernador del Palacio Real, el cual equivale actualmente a la jefatura de la Casa Real en España, y tenía funciones protocolarias, de mantenimiento de las instalaciones, el abasto del Palacio y en general de todo lo relacionado con la vida interna del edificio.
El puesto fue revitalizado durante el Segundo Imperio Mexicano, cuya regencia nombró al general Luis Pérez Gómez como gobernador del Palacio Imperial, aunque tras su llegada, Maximiliano de Habsburgo designó al general Carlos Schaffer, indicó Ávila Rueda.
El primer gobernador de Palacio Nacional fue el general Manuel González, compadre de Porfirio Díaz y presidente de México entre 1880 y 1884, y fue designado por el presidente Benito Juárez en 1867.
Para la última década del siglo XIX, el gobernador del Palacio también se encargaba del destacamento que custodiaba el Castillo de Chapultepec, por lo que tenía facultades de custodia en la casa donde vivía Porfirio Díaz, además de encargarse de la administración interna de los edificios donde se ubicaba el Ejecutivo, menciona el historiador, quien agrega que la relevancia que llegó a tener el puesto se debe a que también tenía presencia militar: “Eran, por lo general, militares de alto rango, comandantes que se encargaban de cuidar las instalaciones donde vivía el presidente, que es algo que ahora no se tiene”.
Para Ávila Rueda, revivir el cargo de gobernador de Palacio Nacional podría tratarse más bien de una referencia histórica, dado que el recinto siempre ha debido contar con encargados que cuiden de su mantenimiento, como la Secretaría de Hacienda y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
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En 1901, el Reglamento para el Servicio Militar en las Residencias Oficiales del Poder Ejecutivo suprimió el cargo de gobernador de Palacio Nacional y lo sustituyó por un jefe militar de las Residencias Presidenciales.
Un año después, el Reglamento Provisional de la Intendencia de los Palacios Nacional y de Chapultepec designaba a un intendente como jefe de las Residencias Presidenciales de forma independiente del jefe militar.
Sus funciones incluían proporcionar seguridad al Presidente de la República al interior de los diversos palacios, además de estar encargado de tener orden y perfecto servicio de las residencias del Ejecutivo federal y controlar y coordinar con el jefe militar los servicios diarios de los carruajes para la Presidencia.
Adolfo Bassó Bertoliati, un marino formado en las escuelas navales de Campeche y Veracruz, fungió como Intendente de Palacio Nacional, el cargo equivalente a gobernador de Palacio Nacional, durante la presidencia de Francisco I. Madero.