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El Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar Retes , durante su homilía dominical transmitida desde la Basílica de Guadalupe en el Cerro del Tepeyac exhortó a los fieles a reconocer responsabilidades ante la crisis de la pandemia .
“Reconociendo nuestras cargas y fatigas, máxime ahora en esta crisis de la pandemia nuestras limitaciones, nuestras fragilidades, nuestras responsabilidades y preocupaciones y acompañados por nuestra tierna madre María de Guadalupe, pidamos a su hijo Jesús nos ayude a ser mansos y humildes de corazón”, señaló el cardenal .
El prelado aseguró que bajo estas circunstancias adversas es una oportunidad de vivir una indispensable relación con Jesucristo.
Agregó que Jesús nos recuerda que las cargas de responsabilidad, el agobio, la fatiga, el cansancio y la tensión constantes son una señal y una oportunidad para buscarlo como maestro de la vida.
“Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo los aliviaré tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso de mí porque mi yugo es suave y mi carga ligera”, como citó el evangelio.
Aguiar Retes dijo que hay dos cualidades del ser, dos características de la persona que ayudaran a entrar en el reino de Dios: la mansedumbre y humildad de corazón y en ellas encontrarán siempre descanso.
El cardenal explicó que la mansedumbre y la humildad de corazón son cualidades de Jesús, que ayudaran a entrar en el reino de Dios desde esta vida terrenal.
“La mansedumbre es la cualidad de proceder de manera pacífica y tranquila, es una cualidad que facilita el buen trato de la persona a los demás. Facilita las relaciones humanas gratas y benévolas que propicia confianza para un diálogo sincero, para abrir el corazón franco sin reservas ni secretos. Transmite paz y hace reposar el espíritu atribulado o angustiado ante cualquier situación de incertidumbre y de desafío estresante”, puntualizó.
La segunda característica de Jesús es ser humilde de corazón y es aquel que acepta su condición de servidor, no es un servidor obligado o condicionado, sino un servidor que ha aceptado de manera libre convencida aceptar la misión que se le ha encomendado.
El arzobispo indicó que Jesús quiere que seamos discípulos mansos y humildes de corazón, servidores libres para entregar la vida en el amor.
Agregó que se debe testimoniar el amor de Dios Padre y entrar en la intimidad divina bajo la conducción del Espíritu Santo, propiciando inmensa alegría a la comunidad eclesial, dijo, “un servidor así siempre es bien aceptado”.
Conminó a los fieles a reconocer cargas, fatigas, limitaciones y responsabilidades y dar gracias, aun viendo la incertidumbre que generan los estragos de la pandemia y proclamar “Te doy gracias Padre porque así te ha parecido bien”, concluyó.
grg