Kevin, José y Miguel Angel, tres amigos con síndrome de Down, corredores de atletismo, que ante la falta de apoyo de instituciones deportivas piden dinero en las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México para seguir poniendo en alto el nombre de México en su disciplina.
Miguel Ángel ha conquistado el primer lugar en su deporte más de cinco veces en los Juegos Nacionales para Personas con Discapacidad y las Olimpiadas Iberoamericanas de Colombia. Kevin ha hecho lo propio al conseguir medallas de plata en los Nacionales y José empieza a destacar en el ranking de los mejores atletas mexicanos con discapacidad.
Sus madres acusan que la discriminación institucional de instituciones deportivas podría truncar su sueño de participar en los Juegos Trisomía 21 que se celebrarán en Turquía en 2024, pues además de la falta de ayuda económica, los jóvenes son segregados..
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“La situación es de por sí difícil con otros atletas, pero para los que tienen discapacidad las cosas no son mejores, porque hay como un tipo de rechazo que nosotras vemos como discriminación. A los niños los presumen como propios cuando ganan el oro, pero el resto del tiempo no los apoyan ni con una botella de agua, y ahí sí es nuestra responsabilidad. El oro es por el esfuerzo de los niños y sus familiares, no de las instituciones deportivas”, aseguró Dolores Macías, mamá de Kevin, en una plática con EL UNIVERSAL.
Además de estudiar y entrenar, todos los días los amigos y sus mamás viajan en transporte público desde Ecatepec hasta la alcaldía Cuauhtémoc o Miguel Hidalgo para pedir dinero sobre Paseo de la Reforma o calles aledañas.
“¡Hola amigos! Soy atleta paralímpico nacional, ¿te gustaría apoyarme para recaudar fondos para asistir a los Juegos Trisomía 21 que se van a celebrar en Turquía? Mis productos sólo tienen el precio de una monedita. ¡Gracias y bendiciones!”, se lee en la cartulina que cada uno de los jóvenes muestra, acompañada de una foto de ellos donde se aprecian portando su uniforme.
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También ofrecen sonrisas, abrazos y, a quienes se lo piden, les platican orgullosos su trayectoria y les regalan una selfie.
“El deporte mejoró sus vidas. Es triste que no les den apoyo ni para el traslado. Nos desampararon. Ellos entrenan en el sur y nosotras tenemos que traerlos, pagar sus competencias, uniformes y todo lo que se requiera. Lo hacemos por amor, pero los chicos son deportistas profesionales que no por ser discapacitados valen menos”, dijo Elizabeth Betanzo, mamá de Miguel Ángel.
Entre la inscripción a los Juegos Trisomía 21 de 2024 y el viaje se calcula un gasto total de alrededor de 70 mil pesos.