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La representación política de las mujeres es un fenómeno que data de la segunda mitad del siglo XX, desde entonces su incorporación ha aumentado, y aunque hay consenso sobre que la participación y el liderazgo femeninos en política y vida pública, en igualdad, son cruciales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible antes de 2030, las cifras de ONU Mujeres muestran que su representación es insuficiente en todo nivel, dice Cristina Gómez Álvarez, del colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Hasta el 13 de mayo de 2024, según ONU Mujeres, hay 28 países donde 28 mujeres se desempeñan como Jefas de Estado y/o de Gobierno. Al ritmo actual, la igualdad de género en las más altas esferas de decisión no se logrará por otros 130 años.
Además, apenas seis tienen congresos paritarios: Ruanda (61 %), Cuba (53 %), Nicaragua (52 %), México, Emiratos Árabes y Nueva Zelanda (con el 50 %). “Es de destacarse que la mayoría de estos países no son precisamente desarrollados, y que la mitad pertenecen a América Latina y el Caribe”, comenta Karla Valverde Viesca, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS).
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Ante ese panorama, el camino para lograr la igualdad de género en el ámbito político aún es largo, apunta Karla Valverde. “No se trata sólo de llegar, sino de hacerlo e incidir en la toma de decisiones relevantes”.
Señala que si bien es cierto que en México hay legisladoras que ocupan curules en la Cámara y que son lideresas de alguna comisión, no lo son de las que deberían. “Casi siempre se les asignan aquellas relacionadas con niñez, bienestar social o grupos vulnerables, mas no de presupuesto, cuenta pública o de puntos constitucionales. Si revisamos, no ha habido una participación activa real, sino una representación simbólica. Es decir, ocupamos esos lugares pero no podemos tomar decisiones con trascendencia fundamental”.
Asimismo, la integrante de la Red de Politólogas #NoSinMujeres describió que los prejuicios y estereotipos de género van contra su desarrollo, y que cuando se trata de cargos de representación política hay mayor escrutinio sobre ellas que de ellos.
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“Te tienes que masculinizar para mostrar liderazgo. Si recordamos a mujeres con cargos relevantes, como Margaret Thatcher, veremos que siempre al hablar de ella se usa el calificativo de la Dama de Hierro, lo que es una manera de sugerir que parecía hombre”, explicó. Pese a todo, la huella femenina es pronunciada, pues según Cristina Gómez, en cada toma de decisiones en las que están presentes se logran mayores beneficios para la población. “Creo que es tiempo de mujeres”, destacó la historiadora.
Conquistar su derecho al voto fue una de las primeras batallas que dieron las mujeres en aras de tener aquella representación política que se les negaba. El primer lugar en autorizarlo fue Nueva Zelanda en 1893. Sin embargo, lograr lo mismo en otros países llevó más tiempo (en México ocurrió en 1953, hace siete décadas) e implicó lidiar con todo tipo de obstáculos que impedían avanzar hacia la igualdad.
Para Valverde Viesca, son muchas las luchas emprendidas para lograr el reconocimiento femenino en todos los rubros. “Ha habido constantes esfuerzos para cambiar los patrones culturales que otorgaban a la mujer un papel poco relevante fuera de casa y la confinaban a actividades relacionadas con los cuidados de la niñez y su crianza”.
A decir de la doctora en Ciencias Políticas, se ha avanzado mucho, mas no lo suficiente. “Hay que agradecer a nuestras madres, abuelas y a todas las promotoras de estos derechos económicos, políticos y sociales que nos han permitido, entre otras cosas, estar más representadas. No obstante, resta mucho y debemos tener muy claro qué nos falta por hacer”.
Tan sólo en esta década se ha avanzado más que en los últimos 50 años, pero aún hay mucho por hacer, señala Valverde Viesca. “Faltan unos 130 años, según cálculos de ONU Mujeres, para lograr un papel realmente equilibrado, paritario, formal o más allá de eso, es decir, sustantivo que tenga injerencia real en la toma de decisiones”.
maot