Alfredo Márquez y su esposa Elizabeth Spíndola acondicionaron su hogar para salvaguardar a los lomitos que cotidianamente llegan buscando su ayuda. Antes de la pandemia, este matrimonio de la Ciudad de México se hacía cargo de alrededor de 70 perros en el albergue canino Caminando a su lado.
Desde hace 21 años se encargan de rescatar, cuidar, esterilizar y alimentar a los animales, valiéndose del ingreso de su negocio de banquetes y alquiler de mobiliario para eventos sociales.
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Sin embargo, al ser éste uno de los sectores más afectados por la emergencia sanitaria, su solvencia económica se vio mermada drásticamente, por ende, también la estabilidad de los lomitos que llegaron al albergue.
Durante los meses de confinamiento, el número de animales que llegó al albergue se multiplicó “porque mucha gente creyó que los perros contagiaban el Covid y se deshicieron de ellos; otros que no tenían dinero porque se quedaron sin trabajo, los vinieron a abandonar”, y pese a que las autoridades sanitarias han explicado que los perros no transmiten el virus, las personas no volvieron por sus mascotas.