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Un día después del descubrimiento de un supuesto crematorio clandestino en las faldas del Volcán Xaltepec, las versiones de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX, los grupos de madres buscadoras de la capital y de Cecilia Patricia Flores chocaron, pues los últimos sostienen que sí hay restos humanos y los primeros aseguraron, después de varios análisis, que se trata de restos óseos de origen animal.
Desde el hallazgo de este miércoles, policías de Investigación y personal de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) indagan el origen de las cenizas, los huesos y el presunto horno a cielo abierto, que se ubica en una zanja frente al montículo de arena volcánica en los límites de Tláhuac e Iztapalapa. Incluso el área fue acordonada y resguardada por un fuerte dispositivo de seguridad.
“¿Por qué, en un parque abierto, en donde cualquiera puede enterrar o quemar un perro a la vista de todos, alguien bajaría cinco o seis metros en una zanja para quemar los restos de un animal? ¿No suena ilógico?
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“¿Por qué, si hay huesos de perros alrededor, alguien tendría la dedicación de quemar hasta las cenizas los restos de un perro callejero? ¿No es raro? Los restos que vimos ayer son de humanos. Ellos [las autoridades] no saben porque no vinieron ayer con nosotros. Que investiguen bien o que nos dejen investigar”, declararon en rueda de prensa Flores y Bryan LeBaron.
“Este territorio se ha caminado muchas veces por madres que han buscado y siguen buscando a sus hijos. Hemos tenido hallazgos en lugares inimaginables y no podemos decir sí, no podemos decir no, pero se tiene que buscar. Este es un punto rojo, sabemos que opera el crimen organizado, pero no se trata de asegurar por asegurar.
“Hasta el momento llevan muy pocos restos que tienen que ser analizados, pero los peritos, de primera mano, nos dicen que al parecer son restos de fauna. Algunas compañeras que toman talleres y cursos los alcanzaron a ver y también no creen que sea un resultado positivo”, dijo Jaqueline Palmeros, líder del colectivo de madres buscadoras Una Luz en el Camino, en contraposición a lo declarado por su homóloga Flores.
Palmeros Rosas busca a su hija Yael Monserrat Uribe Palmeros, desaparecida el 24 de julio del 2020 entre la alcaldía Iztacalco e Iztapalapa. Ayer acudió acompañada por otras madres de su grupo a la “zona cero” del supuesto crematorio clandestino con la esperanza de encontrar indicios de Monse. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, continuaron sin respuestas.
La confrontación estaba latente y la FGJ de la CDMX reforzó la teoría de que los restos óseos encontrados por Cecilia Flores son de fauna, pues las identificaciones que también halló pertenecen a personas sanas y salvas. Se trata de dos credenciales: una del INE a nombre de Laura Angélica, con domicilio en el Estado de México, y una credencial escolar de una escuela primaria de la alcaldía Tláhuac.
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Restos animales
El encargado de despacho de la fiscalía capitalina, Ulises Lara, junto al secretario de Seguridad Ciudadana, Pablo Vázquez, aseguró en tanto que no hay un crematorio ni fosa clandestina en el paraje ubicado en las inmediaciones de las alcaldías Iztapalapa y Tláhuac, toda vez que los restos que fueron hallados son de animales, según las pruebas que se practicaron.
“Estoy en condiciones de informarles que de acuerdo con los dictámenes antropológicos realizados científicamente, los 14 elementos óseos encontrados en el lugar son de origen animal. Particularmente de la especie canina y ninguno de ellos corresponde a persona alguna”, dijo Lara en un mensaje a medios.
Puntualizó que especialistas realizaron estudios a las cenizas encontradas en el lugar, los que revelaron que todo lo que se quemó corresponde a restos de animales y a diversos materiales como plásticos, llantas y basura, destacando que tampoco son de restos humanos.
Al respecto, el jefe de la policía capitalina reveló que sus efectivos, en compañía de la Comisión Nacional de Búsqueda y de otros colectivos ya habían peinado ese lugar en tres ocasiones diferentes, en las cuales, recalcó, nunca encontraron rastros de cuerpos enterrados clandestinamente ni indicios de que hubiera un crematorio clandestino.